Adicción al sexo
El tema adicción al sexo, me parece muy
interesante conocerlo, ya que muchas veces no se conoce esta como tal, y el
objetivo es tratar sobre aquellos temas que sean capaces de afectar nuestra
vida personal y en general.
“Una adicción es la pérdida de control o
la incapacidad que tiene una persona para frenarse de hacer algo. A la larga,
ese algo le trae consecuencias negativas”. Así define este tipo de conductas el
psicólogo Roberto Sanz, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Hablando de sexo, el especialista asegura
que es muy fácil volverse adicto, pues representa placer y genera una reducción
importante de la ansiedad, la cual puede ser reflejo de una educación sexual
enfocada hacia lo negativo.
La publicidad y los medios de comunicación
utilizan cada vez más la sensualidad como gancho para atraer audiencia y que,
gracias al Internet, se tiene acceso inmediato a la pornografía.
La adicción al sexo o sexo compulsivo
(también conocida como ‘donjuanismo’) se describe a un conjunto de conductas
con formato repetido y de carácter compulsivo dirigidas a mantener relaciones
sexuales, habitualmente con diferentes parejas, con el fin de satisfacer un
intenso y frecuente deseo sexual. Se calcula que un 6% de la población puede
sufrir este trastorno.
Pero, ¿te has preguntado alguna vez
“cuánta cantidad de sexo” es normal tener al cabo de una semana? No existe
ninguna cifra que pueda responder de forma certera a este interrogante, ya que
la frecuencia adecuada de las relaciones sexuales no las marca nadie más que la
pareja. Lo que sí está claro es que, cuando el deseo de mantener relaciones
sexuales es demasiado frecuente y la búsqueda de satisfacción del mismo ocupa
gran parte del día a día, o interfiere de forma significativa trayendo consigo
consecuencias negativas, es muy probable que hablemos de adicción al sexo.
La adicción al sexo es una de las
adicciones más negadas en nuestra cultura. Muchas veces se racionaliza la
conducta compulsiva sexual, especialmente la masculina, esperando con esto
minimizarla o diluir el sufrimiento que se produce en una persona o una familia
donde existe la adicción sexual.
No toda desviación sexual es una adicción,
pero el uso del sexo como sustituto de las relaciones sanas con los demás, es
un síntoma del desorden adictivo sexual.
La adicción sexual se manifiesta, tal como
la hacen otras adicciones, a través de un patrón de descontrol en la conducta
sexual, alternados con períodos de relativa calma.
La negación, racionalización,
justificación y el sistema delusional completo es muy similar al de otras
adicciones, y además forma parte del desorden.
Los cambios en el estado de ánimo son
frecuentes en el adicto sexual y esto hace cada vez más difícil la comunicación
con los que lo rodean. Sumado a la desconfianza creciente de parte de su
familia por las constantes y repetidas decepciones hacen la convivencia muy dolorosa
y tensionada.
La familia del adicto sexual sufre mucho
por el impacto de esta adicción, especialmente las esposas y esposos de adictos
o adictas sexuales y sus hijos, quienes muchas veces repiten la cadena de
adicción en sus propias vidas adultas.
Causas de la adicción al sexo
La adicción al sexo es un trastorno que
tiene diversas causas. Estudios recientes han encontrado algunos trastornos que
comparten ciertas características con la adicción al sexo. Estos son el
trastorno dismórfico corporal, el juego patológico y las compulsiones sexuales,
agrupándose en la categoría de ‘trastornos del espectro obsesivo-compulsivo’.
Los aspectos que tienen en común nos dan
pistas acerca del origen de esta patología: afectan a un porcentaje considerablemente
elevado de la población (6%), presentan una edad temprana de inicio, el curso
es crónico y responden adecuadamente al tratamiento con inhibidores de la
recaptación de serotonina (ISRS).
A nivel ambiental se han encontrado
factores implicados en el desarrollo de la adicción al sexo, como es el caso
del fracaso social, la existencia de una familia de origen problemática,
desestructurada o con abusos infantiles.
Finalmente, hay personas que presentan en
su personalidad rasgos inclinados a la “búsqueda de sensaciones”, algo que
puede facilitar el desarrollo de adicciones -como es el caso de la adicción al
sexo-, cuando esta característica es mal gestionada por parte de la persona que
la presenta.
Unos investigadores del Instituto Semel de
Neurociencias y Comportamiento Humano de la Universidad de California en Los
ángeles (UCLA), Estados Unidos, lograron medir el comportamiento del cerebro en
las personas hipersexuales, o sea, las que tienen dificultad para controlarse
cuando ven imágenes sexuales. Ellos han determinado que la respuesta del
cerebro en esos casos no se relacionaba con la severidad de su hipersexualidad.
Según los investigadores, si hubiera
adicción al sexo, la respuesta del cerebro a los estímulos sexuales visuales
debería ser mucho mayor, similar a la que experimentan los cerebros de las
personas adictas a la cocaína al ver a las imágenes de la droga, tal como se ha
demostrado en varios estudios.
Perfil de la persona adicta al sexo
Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo desagradables como el estrés o la depresión. Además, estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática. "Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla", explica Rory Reid, uno de los autores del trabajo, que se publica en la revista Journal of Sexual Medicine.
Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo desagradables como el estrés o la depresión. Además, estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática. "Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla", explica Rory Reid, uno de los autores del trabajo, que se publica en la revista Journal of Sexual Medicine.
Los investigadores comprobaron la eficacia
de sus criterios a la hora de diagnosticar adicciones sexuales en más de 200
personas con distintos problemas de salud mental, y consiguieron diagnosticar
correctamente al 88 por ciento de los pacientes. Además, encontraron que la
mayoría de individuos con desorden hipersexual sufrían las consecuencias de su
enfermedad: el 17 por ciento había perdido su empleo al menos una vez, el 39
por ciento había finalizado una relación sentimental y el 28 por ciento había
contraído alguna enfermedad de transmisión sexual. "Las personas que
manifiestan los síntomas de la enfermedad experimentan las secuelas en su vida
diaria", explica Reid. La conducta hipersexual se relaciona con una mayor
perturbación emocional, impulsividad e incapacidad para manejar el
estrés".
El adicto al sexo se define por su
comportamiento, el cual es fruto de sus deseos. De forma general, la persona
adicta al sexo mantiene una actividad sexual excesiva, habitualmente promiscua
e incontrolada. Además, suele presentar las siguientes características:
Varón
joven (en el caso de las mujeres recibe el nombre de ‘ninfomanía’).
Problemas
de control de impulsos, falta de concentración, etcétera. La satisfacción sólo
la obtienen en el momento, sintiéndose posteriormente culpables por haber
mantenido la relación.
Persistente
en su conducta a pesar de las consecuencias negativas.
Tienen
pensamientos sobre temas sexuales casi de forma constante y de manera
intrusiva.
No es
capaz de controlar su impulso sexual.
Promiscuo,
su conducta sexual es ocultada mediante engaños, mentiras.
Frecuentemente
recurre a la masturbación, encuentros con desconocidos, cibersexo, pornografía,
prostitución…
El
tiempo dedicado a la búsqueda de sexo le puede llevar al aislamiento, además de
traerle problemas económicos y familiares.
Baja
autoestima.
Presenta
malestar similar al síndrome de abstinencia cuando no consigue mantener
relaciones sexuales.
Prevención
de la adicción sexual
Es importante trabajar ciertas variables
de personalidad que pueden aumentar la posibilidad de que la persona sufra este
u otro tipo de adicciones. En este sentido, es importante disponer de unas
adecuadas dosis de asertividad, autoestima, tolerancia a la frustración,
etcétera para poder prevenir la adicción al sexo u otro tipo de adicción. Para
lograrlo, es importante entrenar a las personas vulnerables (aquellas con baja
autoestima, sumisas, pasivas…) en técnicas asertivas que reduzcan la dificultad
de mantener relaciones interpersonales adecuadas, así como en técnicas de
gestión emocional que les permitan reducir sus propios impulsos.
Todo
ello, se puede hacer mediante talleres psico-educativos sin necesidad de
recibir una psicoterapia.
Al mismo tiempo, conocer las
características de personalidad de una persona adicta al sexo pueden alertar al
paciente sobre el inicio del problema.
Cuando el problema comienza a surgir, al
igual que en cualquier adicción y comportamiento compulsivo, la prevención del
mismo se entremezcla con su intervención temprana, dirigida a evitar que se
instaure la relación sexual como la única manera para gestionar el malestar de
la persona afectada por esta adicción.
Para ello, es importante enseñarle otras
estrategias alternativas, que dependerán de los motivos que llevan al paciente
a aumentar su deseo sexual y mantener una relación sexual. Por ejemplo, existen
pacientes que refieren sentir deseo sexual intenso cuando han discutido o
cuando se encuentran ante una situación de estrés importante. El tratamiento
consiste aquí en que, una vez el paciente ha identificado las sensaciones que
le indican que está experimentando dicha emoción (ira o estrés) busque una
estrategia de resolución alternativa más eficaz que el mantener una relación
sexual (por ejemplo hablar con alguien, salir a pasear, hacer deporte, dedicar
el tiempo a alguna otra actividad que le demande su atención, etcétera).
BIBLIOGRAFIA
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