viernes, 15 de julio de 2016

Adicción al sexo







Adicción al sexo

     El tema adicción al sexo, me parece muy interesante conocerlo, ya que muchas veces no se conoce esta como tal, y el objetivo es tratar sobre aquellos temas que sean capaces de afectar nuestra vida personal y en general.
     “Una adicción es la pérdida de control o la incapacidad que tiene una persona para frenarse de hacer algo. A la larga, ese algo le trae consecuencias negativas”. Así define este tipo de conductas el psicólogo Roberto Sanz, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.
     Hablando de sexo, el especialista asegura que es muy fácil volverse adicto, pues representa placer y genera una reducción importante de la ansiedad, la cual puede ser reflejo de una educación sexual enfocada hacia lo negativo.
     La publicidad y los medios de comunicación utilizan cada vez más la sensualidad como gancho para atraer audiencia y que, gracias al Internet, se tiene acceso inmediato a la pornografía.
     La adicción al sexo o sexo compulsivo (también conocida como ‘donjuanismo’) se describe a un conjunto de conductas con formato repetido y de carácter compulsivo dirigidas a mantener relaciones sexuales, habitualmente con diferentes parejas, con el fin de satisfacer un intenso y frecuente deseo sexual. Se calcula que un 6% de la población puede sufrir este trastorno.
     Pero, ¿te has preguntado alguna vez “cuánta cantidad de sexo” es normal tener al cabo de una semana? No existe ninguna cifra que pueda responder de forma certera a este interrogante, ya que la frecuencia adecuada de las relaciones sexuales no las marca nadie más que la pareja. Lo que sí está claro es que, cuando el deseo de mantener relaciones sexuales es demasiado frecuente y la búsqueda de satisfacción del mismo ocupa gran parte del día a día, o interfiere de forma significativa trayendo consigo consecuencias negativas, es muy probable que hablemos de adicción al sexo.
     La adicción al sexo es una de las adicciones más negadas en nuestra cultura. Muchas veces se racionaliza la conducta compulsiva sexual, especialmente la masculina, esperando con esto minimizarla o diluir el sufrimiento que se produce en una persona o una familia donde existe la adicción sexual.
     No toda desviación sexual es una adicción, pero el uso del sexo como sustituto de las relaciones sanas con los demás, es un síntoma del desorden adictivo sexual.
     La adicción sexual se manifiesta, tal como la hacen otras adicciones, a través de un patrón de descontrol en la conducta sexual, alternados con períodos de relativa calma.
      La negación, racionalización, justificación y el sistema delusional completo es muy similar al de otras adicciones, y además forma parte del desorden.
      Los cambios en el estado de ánimo son frecuentes en el adicto sexual y esto hace cada vez más difícil la comunicación con los que lo rodean. Sumado a la desconfianza creciente de parte de su familia por las constantes y repetidas decepciones hacen la convivencia muy dolorosa y tensionada.
     La familia del adicto sexual sufre mucho por el impacto de esta adicción, especialmente las esposas y esposos de adictos o adictas sexuales y sus hijos, quienes muchas veces repiten la cadena de adicción en sus propias vidas adultas.

Causas de la adicción al sexo


     La adicción al sexo es un trastorno que tiene diversas causas. Estudios recientes han encontrado algunos trastornos que comparten ciertas características con la adicción al sexo. Estos son el trastorno dismórfico corporal, el juego patológico y las compulsiones sexuales, agrupándose en la categoría de ‘trastornos del espectro obsesivo-compulsivo’.
     Los aspectos que tienen en común nos dan pistas acerca del origen de esta patología: afectan a un porcentaje considerablemente elevado de la población (6%), presentan una edad temprana de inicio, el curso es crónico y responden adecuadamente al tratamiento con inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS).
     A nivel ambiental se han encontrado factores implicados en el desarrollo de la adicción al sexo, como es el caso del fracaso social, la existencia de una familia de origen problemática, desestructurada o con abusos infantiles.

     Finalmente, hay personas que presentan en su personalidad rasgos inclinados a la “búsqueda de sensaciones”, algo que puede facilitar el desarrollo de adicciones -como es el caso de la adicción al sexo-, cuando esta característica es mal gestionada por parte de la persona que la presenta.
     Unos investigadores del Instituto Semel de Neurociencias y Comportamiento Humano de la Universidad de California en Los ángeles (UCLA), Estados Unidos, lograron medir el comportamiento del cerebro en las personas hipersexuales, o sea, las que tienen dificultad para controlarse cuando ven imágenes sexuales. Ellos han determinado que la respuesta del cerebro en esos casos no se relacionaba con la severidad de su hipersexualidad.
     Según los investigadores, si hubiera adicción al sexo, la respuesta del cerebro a los estímulos sexuales visuales debería ser mucho mayor, similar a la que experimentan los cerebros de las personas adictas a la cocaína al ver a las imágenes de la droga, tal como se ha demostrado en varios estudios.

Perfil de la persona adicta al sexo


     Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo desagradables como el estrés o la depresión. Además, estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática. "Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla", explica Rory Reid, uno de los autores del trabajo, que se publica en la revista Journal of Sexual Medicine.
     Los investigadores comprobaron la eficacia de sus criterios a la hora de diagnosticar adicciones sexuales en más de 200 personas con distintos problemas de salud mental, y consiguieron diagnosticar correctamente al 88 por ciento de los pacientes. Además, encontraron que la mayoría de individuos con desorden hipersexual sufrían las consecuencias de su enfermedad: el 17 por ciento había perdido su empleo al menos una vez, el 39 por ciento había finalizado una relación sentimental y el 28 por ciento había contraído alguna enfermedad de transmisión sexual. "Las personas que manifiestan los síntomas de la enfermedad experimentan las secuelas en su vida diaria", explica Reid. La conducta hipersexual se relaciona con una mayor perturbación emocional, impulsividad e incapacidad para manejar el estrés".
     El adicto al sexo se define por su comportamiento, el cual es fruto de sus deseos. De forma general, la persona adicta al sexo mantiene una actividad sexual excesiva, habitualmente promiscua e incontrolada. Además, suele presentar las siguientes características:
Varón joven (en el caso de las mujeres recibe el nombre de ‘ninfomanía’).
Problemas de control de impulsos, falta de concentración, etcétera. La satisfacción sólo la obtienen en el momento, sintiéndose posteriormente culpables por haber mantenido la relación.
Persistente en su conducta a pesar de las consecuencias negativas.
Tienen pensamientos sobre temas sexuales casi de forma constante y de manera intrusiva.
No es capaz de controlar su impulso sexual.
Promiscuo, su conducta sexual es ocultada mediante engaños, mentiras.
Frecuentemente recurre a la masturbación, encuentros con desconocidos, cibersexo, pornografía, prostitución…
El tiempo dedicado a la búsqueda de sexo le puede llevar al aislamiento, además de traerle problemas económicos y familiares.
Baja autoestima.
Presenta malestar similar al síndrome de abstinencia cuando no consigue mantener relaciones sexuales.

 Prevención de la adicción sexual

     Es importante trabajar ciertas variables de personalidad que pueden aumentar la posibilidad de que la persona sufra este u otro tipo de adicciones. En este sentido, es importante disponer de unas adecuadas dosis de asertividad, autoestima, tolerancia a la frustración, etcétera para poder prevenir la adicción al sexo u otro tipo de adicción. Para lograrlo, es importante entrenar a las personas vulnerables (aquellas con baja autoestima, sumisas, pasivas…) en técnicas asertivas que reduzcan la dificultad de mantener relaciones interpersonales adecuadas, así como en técnicas de gestión emocional que les permitan reducir sus propios impulsos.
     Todo ello, se puede hacer mediante talleres psico-educativos sin necesidad de recibir una psicoterapia.
     Al mismo tiempo, conocer las características de personalidad de una persona adicta al sexo pueden alertar al paciente sobre el inicio del problema.
     Cuando el problema comienza a surgir, al igual que en cualquier adicción y comportamiento compulsivo, la prevención del mismo se entremezcla con su intervención temprana, dirigida a evitar que se instaure la relación sexual como la única manera para gestionar el malestar de la persona afectada por esta adicción.
    Para ello, es importante enseñarle otras estrategias alternativas, que dependerán de los motivos que llevan al paciente a aumentar su deseo sexual y mantener una relación sexual. Por ejemplo, existen pacientes que refieren sentir deseo sexual intenso cuando han discutido o cuando se encuentran ante una situación de estrés importante. El tratamiento consiste aquí en que, una vez el paciente ha identificado las sensaciones que le indican que está experimentando dicha emoción (ira o estrés) busque una estrategia de resolución alternativa más eficaz que el mantener una relación sexual (por ejemplo hablar con alguien, salir a pasear, hacer deporte, dedicar el tiempo a alguna otra actividad que le demande su atención, etcétera).
BIBLIOGRAFIA



No hay comentarios:

Publicar un comentario