martes, 23 de febrero de 2016

Beneficios de la espiritualidad en niños



     


     Es necesario estar claro en relación a la espiritualidad, la cual no está relacionada con religión, ni con un tipo de persona en especial, o alguna etapa de la vida. Sin embargo es muy importante saber de qué se trata el tema y los beneficios que aporta a las personas que se relacionan con la misma, en este caso los niños y adolescentes.
      Realmente se trata de un tema de gran relevancia en el proceso de formación del niño y adolescente, el cual  trasciende la creencia o tendencia religiosa de la propia  familia;  es necesario estar claro que la espiritualidad no es un asunto que compete a la escuela solamente y, lo que es aún mucho más importante,  al que acudir a esa esencia espiritual connatural de tu hijo te permitirá encontrar caminos insospechados de entendimiento y crecimiento para ambos.
     Espiritualidad es  la capacidad del ser humano de abandonar su ego y de conectarse genuinamente con la divinidad con su espíritu; puede decirse que cuando te conectas con tu espíritu, estas Inspirado. Así inspirarse es conectarse con la esencia divina presente en lo más profundo del ser; es conectarte  con tu alma. Y quien se conecta con el alma permanece en espíritu: inspirado. A  través de la espiritualidad inculcamos a los hijos lo que sería su marco de ética y conducta personal durante  toda su vida.
     Bien señalo PATANJALI: “Cuando estas inspirado… Las fuerzas, las facultades y los talentos latentes cobran vida, y tu descubres ser una persona mucho más grande de que nunca antes habías soñado”.
     El término “espiritualidad” no está ligado al término “religión”. Espiritualidad significa “honrar nuestra conexión con nuestra creación y nuestro creador,” dice Patricia McWhorter, PhD, autora del libro nominado al Premio Pulitzer, Cry of Our Native Soul: Our Instinct for Creation-Centered Spirituality. Puede Usted tener un credo religioso o no tener ninguno, pero siempre tendrá momentos de inspiración y conexión divinos. Lo mismo le ocurre a su hijo, pero incluso con más frecuencia que a Usted.
La espiritualidad es una dimensión profunda de la realidad y está asociada con un sistema interno de creencias que le da sentido a la existencia de las personas. Tiene que ver con la manera en que vivimos la vida, los valores que gobiernan nuestras acciones y que tanto respetamos y estamos en conexión con ellos. Es bien importante fomentar y estimular en los niños, una base espiritual, necesaria en mundo permeado por la inmediatez, el materialismo y el consumo.




La espiritualidad como componente protector del niño



     
    El ser humano es espiritual, se ha demostrado a través de las épocas, culturas, que se repiten los patrones de espiritualidad.
     La necesidad de creer en algo superior  que de sentido, de sentirse parte integral de un todo, de sentirse amado incondicionalmente, de saber que con esfuerzo y persistencia se alcanzará un mejor estado, aunque sea en otra dimensión. Igualmente actuar de manera correcta a través de la bondad, honradez, ser solidario con el otro,  practicar la piedad, es lo correcto y da sus frutos, aunque no se vean de forma inmediata.
Los niños nacen bañados en confianza ante el mundo, viven el amor incondicional, primario e irracional. Esto es así por naturaleza, por instinto y por evolución, por lo que lo padres y maestros deben ayudarles a preservar esta experiencia, mientras se desarrolla su mente racional, hacerla parte de su vida mientras  se desarrolla su mente racional, la cual los separara de dicha vivencia. Los rituales, oraciones, meditaciones, deben servir de recordatorios y de facilitadores de experiencias.
     De acuerdo con algunos expertos, una formación que lo acerque a su esencia espiritual, puede ayudar a que el  niño  forje su vida a su manera. Tener una base espiritual puede ayudar a los niños a sobrellevar crisis, resistir a la presión de los coetáneos y evitar influencias negativas tales como drogas y alcohol, dice Lisa Miller, PhD, profesora de psicoterapia y espiritualidad en Teachers College, Columbia University. De acuerdo con la Dra. Miller, estudios han demostrado que una relación con el Divino, aunque usted define el término, es “el elemento más protector de los niños.”
La vida espiritual  actúa como un elemento protector que estimula la formación de valores como la esperanza, la fortaleza y la voluntad.  Le permite a los niños manejar mejor las dificultades resistir a la presión de grupo, y evitar influencias que le hagan daño a él o a otros. En este sentido refuerza las normas sociales positivas y la armonía en la relación con los demás. Es un gran apoyo en las crisis y constituye una forma de interpretar  y aceptar constructivamente los eventos que no comprendemos. También es una forma de tener paz y tranquilidad.


Cómo fomentar espiritualidad a los hijos.




     Es importante estar claros del cómo y porqué transmitir espiritualidad a nuestros hijos y alumnos, ya que diferentes estudios en el espacio psicológico han demostrado, los aportes de los  aspectos espirituales en la buena estabilidad emocional tanto de niños como de adultos.
     Se está hablando incluso de algún tipo de inteligencia espiritual que aportaría coherencia y sentido a la vida, con lo que daría  fuerza interior a la persona para hacer frente a los momentos difíciles y ser más feliz.
     La manera de transmitir a nuestros niños y jóvenes la espiritualidad, recomiendo la siguiente manera, aunque igual existen muchas que igual serían beneficiosas, sencillamente usted será quien las seleccionará, tome en cuente los siguientes consejos:
1.   Es necesario que las personas cercanas al niño (madres, padres, abuelos, docentes.), estén claros en lo que a su propia espiritualidad se refiere, nadie puede dar  lo que no tiene, por ello debemos revisarnos que hay dentro de no nosotros, buscar información y formación si la necesitas, recuerda no es necesario practicar ninguna religión en especial, pero si  asistes a alguna iglesia también ayuda, es importante ser crítico y no permitir que otros hagan de ti según sus creencias, o caer en fanatismos innecesarios, busca buena información, pide ayuda a Dios, pide que te guie, así podrás orientar a tu hijo.

2.   Conversa con tu hijo, los niños tienen y muestran mucho interés en estos temas. Eso sí, sé claro con lo que hables, no inventes cosas, que más tarde, pueden confundir al niño, o perder credibilidad hacia  ti.

3.   Comienza a orar, rezar, o meditar junto con él o ella, hazlo de una manera seria, respetuosa y enseñare que son momentos para estar con esa presencia suprema, DIOS. Igualmente enséñale a agradecer, por las cosas que recibe, la vida, la salud, como la comida, muchas veces es bueno realizar con los niños visitas a los orfanatos, ancianatos, y si se puede visitar a los enfermos, eso ayuda a valorar la vida, lo que tenemos.

4.    Aprovecha para ver en la naturaleza la creación de Dios, la cual se debe amar y respetar.

5.   Educa a tu hijo, que se debe realizar con frecuencia los encuentros espirituales íntimos entre Dios y uno  mismo, que el momento puede ser cuando él lo desee.

6.    Hablarle de los valores que se involucran en la espiritualidad, la fe, el perdón, humildad, solidaridad, tolerancia, entre otros.

7.   Desde aquí quiero aprovechar la oportunidad para compartir la oración de la paz de San Francisco de Asís:



 


Señor, hazme un instrumento de tu paz;
Donde haya odio, ponga amor;
Donde hay ofensa, perdón;

Donde hay duda, fe;
Donde hay desesperanza, esperanza;
Donde hay tinieblas, luz;
Donde hay tristeza, alegría.


Oh Divino Maestro,
Que no busque yo tanto.
Ser consolado como consolar.
Ser comprendido como comprender.
Ser amado como amar.
Porque dando se recibe.
Perdonando se es perdonado.
Y muriendo a si mismo
Se nace a la vida eterna.

      Es importante aclarar, que el contenido de esta oración es universal, cualquier persona con una sana actitud ante la vida puede aplicar estos principios en cualquier momento, no es necesario pertenecer a una religión específica para manifestarlo cuando sea necesario hacerlo.  







FUENTES DE INFORMACIÓN


Monserrat Laia (2014). Espiritualidad Natural. La educación espiritual de los niños. Editorial Kairos. Barcelona España.

sábado, 20 de febrero de 2016

Importancia de la espiritualidad en la persona

     
     Considero importante tratar este tema porque forma parte de nuestra integridad, nuestra existencia está llena de diferentes experiencias y conflictos,  que nos obliga a dar respuestas y soluciones, incluso para entender algunas facetas y acontecimientos de la vida, como la muerte, la enfermedad, entre otras cosas, que muchas veces no podemos afrontar solos,  que nos obliga a tener una especie de guía compañera que nos permita confrontar el día a día, tener ese dialogo interno con el ser superior a uno mismo, esto es  la espiritualidad. Se puede afirmar que desde que existe el ser humano, está la espiritualidad.
     El concepto de espiritualidad, se refiere al vínculo entre el ser humano y Dios o una divinidad. La religión suele ser el vínculo que permite desarrollar esta relación. Puede expresarse que los sacerdotes, los pastores y diversos gurúes, hablan de espiritualidad cuando tratan asuntos religiosos.  Sin embargo, no hace falta, de todas formas, adherirse a una religión determinada o seguir a una institución religiosa para desarrollar la espiritualidad.
    El vínculo entre el hombre   y Dios puede ser personal e íntimo, sin manifestaciones exteriores ni rituales.
     Hay espiritualidad donde brillan la compasión, la entrega generosa, la tolerancia y la paz interior. Una persona espiritual se abstiene de juzgar, discriminar, manipular, odiar o maltratar.
   Espiritualidad es la conciencia de Dios en ti, es amor puro, es el Reino de Dios en tu alma y en tu vida.
     Cada individuo tiene que redescubrirse constantemente y hacerse y rehacerse a medida que vaya por la vida.
     La espiritualidad es una parte importante de este proceso ya que nos ayuda a construir la estructura de lo que somos. Cuando nos adherimos más a nuestra espiritualidad, mejoramos nuestra relación con los demás y con el mundo. Ya sea en la búsqueda de la espiritualidad mediante una religión o siguiendo su propia fe, la forma en que usted se conecte con los demás y con el mundo a su alrededor son una parte importante en el desarrollo de su espiritualidad. 
     El estilo de vida espiritual lo constituye tres intereses principales: intereses acerca de uno mismo, las relaciones y el tiempo.
     Las personas espirituales están abocadas a experimentar un sentido profundo de unidad. Llegan a entender y experimentar el hecho de que los seres humanos, en su verdadera esencia, son una sola e indivisible realidad.
     Comprenden que las diversas dimensiones de su ser físicas, emocionales, intelectuales y espirituales no son sino aspectos de su unidad fundamental. Saben que en la entraña de su realidad reside una naturaleza noble y espiritual, la cual trasciende e incorpora los diversos tipos de existencia, la cual conecta a la humanidad con el reino de las realidades espirituales.
     Este núcleo se halla, al principio, en un estado de potencialidad y se manifiesta sólo si realizamos el esfuerzo coordinado de elevarnos a niveles superiores de crecimiento y madurez sirviéndonos de nuestro propio conocimiento, amor y voluntad, a la luz de la razón y de la ciencia, junto con los valores espirituales de la verdad, unidad y servicio.
     Además, dentro del marco de estilo de vida espiritual, nos volvemos conscientes de nuestra unidad fundamental con los demás seres humanos, unidad que una vez realizada nos dota de una visión universal, un amor incondicional y un deseo continuado de servir a toda la humanidad.
     Si el espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo sino la muerte como ausencia de relación. En este sentido, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la expansión de la vida, la relación consciente, la comunión abierta, la subjetividad profunda y la trascendencia como modo de ser, siempre dispuesto a nuevas experiencias y a nuevos conocimientos.
     Los neurobiólogos y estudiosos del cerebro han identificado la base biológica de la espiritualidad; se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro. Descubrieron empíricamente que siempre que se captan los contextos más globales o se produce una experiencia significativa de totalidad o también cuando que se abordan de forma existencial (no como objeto de estudio) realidades últimas cargadas de sentido, y se producen actitudes de adoración, devoción y respeto, hay una aceleración de las vibraciones periódicas de las neuronas localizadas allí. A este fenómeno lo llamaron el «punto Dios» en el cerebro o la aparición de la «mente mística» (Zohar, SQ: Inteligencia Espiritual, 2004). Es como un órgano interior por el cual se capta la presencia de lo Inefable dentro de la realidad.
     Este hecho constituye un avance evolutivo del ser humano que, como ser humano-espíritu, percibe la Realidad Fontal sustentando todas las cosas. Se da cuenta de que sorprendentemente puede entablar un diálogo y buscar una comunión íntima con ella. Tal posibilidad lo dignifica, pues lo espiritualiza y lo conduce a un mayor grado de percepción del Enlace que conecta y reconecta todas las cosas. Se siente dentro de ese Todo.
    
     La espiritualidad en primer lugar fortalece en la persona la confianza en las energías regenerativas de la vida, en la competencia del médico/a, en el cuidado diligente del enfermero/a.
    Sabemos por la psicología profunda y la transpersonal el valor terapéutico de la confianza en el curso normal de la vida. Confianza significa básicamente decir: la vida tiene sentido, vale la pena, tiene una energía interna que la autoalimenta, es preciosa. Esta confianza pertenece a una visión espiritual del mundo.
     Pertenece también al mundo espiritual, la esperanza inalterable de que la vida no termina con la muerte, sino que se transfigura a través de ella. Nuestros sueños de regresar a la vida normal desencadenan energías positivas que favorecen a la regeneración de la vida enferma.
     Una fuerza mayor, sin embargo, es la fe de sentirse en la palma de la mano de Dios. Entregarse confiadamente a su voluntad, desear sinceramente la curación, pero también aceptar serenamente si nos llama así: esto es la presencia de la energía espiritual. Nosotros no morimos, Dios viene a buscarnos y a llevarnos a donde pertenecemos desde siempre, a su casa a convivir con Él. Tales convicciones espirituales actúan como fuentes de agua viva, generadoras de curación y de potencia de vida. Es el fruto de la espiritualidad.


La oración en la espiritualidad

     En este orden, la oración es un acto o una forma de relación con Dios en el que el ser humano ve implicado todo su ser y toda su existencia. Es más, la oración no es sólo un acto de la actitud religiosa, sino también un medio o canal por el que el Misterio se dice a sí mismo tomando la palabra.
     Como sucede con el fenómeno óptico de la difracción, que explica cómo a partir de un rayo de luz se forman franjas alternativas de luz y sombra, las dimensiones del ser humano –franjas– están transidas o penetradas por la presencia del Totalmente Otro –luz–. Esta presencia profunda de Dios en el hombre capacita a éste para el diálogo entre ambos, es decir, convierte al hombre en el orante que es capaz, tenida la experiencia del Misterio, de expresar en palabras, gestos y sentimientos el paso de Dios por su existencia. Cuando esta presencia de Dios es acogida y respetada incondicionalmente por el hombre como la presencia del Totalmente Otro, no sujeta a manipulación, se realiza la verdadera oración.

     En este sentido, la oración ciertamente constituye una dimensión fundamental de la vida cristiana. Sin la oración, la existencia humana está muerta, pues le falta la fuente misma de la vida interior. Es en la vida de oración donde el creyente se encuentra con Dios, conoce más de cerca al Señor, alimenta su interioridad y se fortalece para la vida cotidiana, para la misión apostólica. Por eso es fundamental contar por lo menos con un tiempo fuerte de oración personal durante el día, como momento privilegiado de encuentro cercano y diálogo íntimo con Dios Amor.


Beneficios que nos aporta la espiritualidad:

     Cada vez se observan más seguidores que reconocen que la espiritualidad ayuda a las personas a lidiar con enfermedades graves, como el cáncer, o bien que expresan su interés en ello.
     La mayoría de los estudios sobre la espiritualidad y las enfermedades son a escala reducida. Los datos obtenidos de estos estudios revelan que la espiritualidad puede ser una de las formas más poderosas que las personas determinan como recursos propios para sobrellevar una afección grave. Un alto nivel de espiritualidad en personas gravemente enfermas puede vincularse con una reducción de la ansiedad ante la posibilidad de la muerte.
     El Departamento de Asesoría Tecnológica de los EE. UU. Analizó los estudios que se informaron en Journal of Family Practice durante un período de 10 años. En la revisión, se descubrió que el 83 % de los estudios sobre espiritualidad revelaba un efecto positivo en la salud física.
     Un análisis de 43 estudios en pacientes diagnosticados con cáncer avanzado expresó que las personas que informaron bienestar espiritual eran capaces de lidiar mejor con la afección que padecían y de encontrar sentido a sus experiencias.
     Joaquín Márquez (2015), plantea, no se sabe con seguridad el modo en que la espiritualidad y bienestar (o salud) se relacionan. Lo que sí se tienen son las evidencias recogidas en los estudios que demuestran que el bienestar espiritual ayuda a mejorar la salud y la calidad de vida de las siguientes maneras:
     La espiritualidad ayuda en salud mental porque, si se vive a conciencia conforme los dictados de esa espiritualidad, te aporta una serie de valores como los son: amor, perdón, agradecimiento, esperanza, paz y fortaleza.
     De igual manera, ayuda a ser más sano emocionalmente.
    También da la posibilidad de tener más salud relacional e interpersonal, porque, si realmente se vive eso, la persona está mejor consigo misma y tendrá una mayor capacidad para mostrar tolerancia, respeto y amor a los demás, con lo que la salud de una familia o grupo social mejora.
     Disminuye la ansiedad, la depresión, el enojo y el malestar.
     Disminuye la sensación de aislamiento (sentirse solo) y el riesgo de suicidio.
     Disminuye el abuso de bebidas alcohólicas y medicamentos.
     Reduce la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardíacas.
     Provee un sentimiento de crecimiento personal.
     Aumenta los sentimientos positivos tales como: esperanza y optimismo.
     Proporciona una mayor satisfacción con la vida.
     Otorga una mayor sensación de paz interior.
     El bienestar espiritual también puede ayudar a vivir más.
     Reducción del estrés y la ansiedad.
     Estimulación de una perspectiva más positiva y un mayor deseo de vivir.

FUENTES DE INFORMACIÓN

http://www.monografias.com/trabajos92/espiritualidad-es-ser-espiritual-es/espiritualidad-es-ser-espiritual-es.shtml#ixzz40fbSscDN




miércoles, 3 de febrero de 2016

“MANEJO OPERATIVO DE LOS CONFLICTOS FAMILIARES”

La familia y funcionalidad




     La familia como unidad social, ha sufrido cambios significativos en cuanto a su definición, marcados por diversas orientaciones teóricas; la familia varia de un contexto a otro, se transforman, se reinventan, se adaptan y perduran al paso del tiempo dependiendo de sus procedencias culturales.
     La familia es donde se proporcionan los elementos esenciales que favorezcan el bienestar de la misma; por lo tanto cumple un papel relevante dentro de la misma educando a cada uno de los que a ella pertenecen.

     Aguilar (1997) plantea, la familia está integrada por un conjunto de personas que conviven de manera cotidiana y que ejercen relaciones interpersonales entre cada uno de sus miembros, dichas relaciones se delimitan debido a los roles que cada miembro desempeña.

      Sin embargo cabe señalar que en cada familia surgen  conflictos, los cuales deben ser tratados de manera imparcial, donde ninguno de los miembros sienta que está cediendo más que el otro.
Para la sociología, una familia es un conjunto de personas unida por lazos de parentesco. Los lazos principales son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del establecimiento de un vínculo conocido socialmente que, en algunas sociedades, sólo permiten la unión entre dos personas, mientra que en otras sociedades es posible la poligamia, y vínculos de consanguinidad, como la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre.
     Autores como Iglesias y Flaquer (Citados por Musitu y Cava, 2001), coinciden en que la familia reviste gran importancia en la crianza y educación de hijas e hijos, ya que se establece una red no visible de apoyo material y sobre todo afectivo de los adultos hacia los menores.
     La familia es el primer contexto socializador (no siendo el único) por medio del cual, sobre todo en la primera infancia, se alimenta el ser humano de elementos propios de la cultura que incluyen valores, creencias, representaciones, modelos productos de la socialización e interacción del ambiente natural.

FUNCIONALIDAD EN LA FAMILIA

        
     En las familias donde el funcionamiento es saludable existe mayor probabilidad de un clima emocional afectivo positivo; el cual  va a indicar la forma en que cada sujeto se siente en relación con los demás, potenciando esto la integración familiar; además de elevar los recursos de la familia para enfrentar los conflictos, crisis y problemas que pueden presentarse en distintas etapas a lo largo del ciclo vital evolutivo familiar. En referencia a esta afirmación, el autor Barroso (2009) señala que:” parte de la cultura familiar es verse como un equipo donde todos son importantes, y donde todos deben ser tomados en cuenta, orientándose hacia objetivos que benefician a todos”. 
     Considerando lo antes señalado, se puede acotar que es en la familia; donde se proporcionan los elementos esenciales que favorezcan el bienestar de la misma; por lo tanto cumple un papel relevante dentro de la misma educando a cada uno de los que a ella pertenecen. Sin embargo; es necesario destacar que debe haber equilibrio entre los elementos afectivos y de autoridad para que sea una familia operativa así; lo destaca Moles (2007):
    En una familia operativa el equilibrio entre el afecto y la autoridad está perfectamente establecido y delimitado, hay ciertas reglas de juegos demarcadas y discutidas hasta donde sea posible encontrar compromisos  y contratos viables, pero de ninguna manera hay de parte de las personas encargadas del proceso educativo, los padres, una pérdida de su jerarquía, de su derecho  a definir las líneas comportamentales de convivencia y los roles que cada uno de sus integrantes debe asumir, en beneficio de todos y cada uno de sus integrantes, ya que el vínculo fundamental que los une es el afecto. 
     Según la conceptualización anterior; en una familia operativa debe darse el binomio autoridad afecto; principio fundamental para que la funcionalidad sea saludable y esto no afecte a los miembros que la integran en el proceso de interacción que ocurre dentro de la misma y en especial cuando le corresponde relacionarse con miembros de la comunidad donde vive; pues acarrearía situaciones de conflictos aún mayores al contexto familiar.
En relación a lo antes expuestos, existen las familias funcionales y las disfuncionales.
     Una familia funcional no es una familia perfecta, pero todos sus miembros han aprendido a cumplir con sus responsabilidades, a dar y recibir amor. Hay respeto entre sus miembros, una comunicación adecuada, se apoyan unos a otros, enfrentan los conflictos con una adecuada madurez.
    La familia  disfuncional se refiere literalmente a “que no funciona”. Una familia disfuncional consiste en un núcleo social o célula social donde el desarrollo del potencial de sus integrantes se ve afectado negativamente, debido a relaciones o situaciones conflictivas en esta célula. Los padres no saben cómo satisfacer las necesidades de los hijos e hijas. Los métodos de disciplina que utilizan normalmente son inadecuados y producen mucho maltrato a éstos.
     Normalmente los padres de familias disfuncionales son personas muy rígidas que producen constantemente desaliento en los hijos e hijas. Por su forma de convivir, no son capaces de facilitar una buena comunicación en el núcleo familiar.
Los conflictos familiares

        
     Dentro de la dinámica de la familia existen aspectos que determinan la armonía del grupo, como por ejemplo, las reglas, que son estructuras que utilizan los individuos para normar cómo debe sentirse y actuar y que después influyen en el sistema familiar. El enlace con la sociedad, que es la manera como las personas se relacionan con otros individuos e instituciones ajenos a la familia.
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  El término “conflicto” suele recibir una carga negativa, asociada a problemas y enfrentamientos, ese es su significado más habitual. Pero cuando de relaciones familiares se trata, el conflicto es mucho más que eso: es una oportunidad para salvar las diferencias y crecer juntos.
     Generalmente, las personas piensan que lo más saludable para una familia es no tener conflictos entre sus miembros, pero resulta todo lo contrario, los conflictos no son expresión de enfermedad, sino una muestra de que la familia está viva, con personas que pueden tener muchas coincidencias pero que son diferentes más allá de que formen parte de un mismo grupo familiar.
      Sin embargo, el conflicto puede estimular el cambio y el crecimiento o el desarrollo personal, puede plantearnos retos, motivarnos al cambio, puede despertar curiosidad y creatividad, puede profundizar relaciones por abordar temas difíciles, pero importantes.

     Los miembros de la familia crecen y se desarrollan a lo largo de sus vidas y estos cambios suponen a la vez transformación en las relaciones con los demás, que como toda situación nueva requiere de adaptación y la constante búsqueda de equilibrio. Los cambios pueden darse tanto por la experiencia de desarrollo personal de cada miembro de la familia como por la modificación de la configuración de la familia, puede producirse por diferentes motivos. Como por el nacimiento de un/a hijo/a,  la separación de los padres, el alejamiento del hogar de alguno de sus integrantes o la muerte de algunos de ellos.
     Cuando la familia atraviesa un conflicto se encuentra en un momento de desarmonía, desequilibrio y confusión, aparecen problemas que no fueron resueltos en el pasado y que ahora se han convertido en problemas mayores.
     Este conflicto aparece algunas veces cuando una situación de tensión presiona a la familia o bien cuando ya se ha llegado al límite de la paciencia, se requieren de ciertos cambios que no se pueden generar, porque no se sabe cómo o bien algún miembro no está dispuesto a cooperar. 
     Dentro de un conflicto familiar las reglas y los roles de la familia se hacen confusos o se ven rebasados. Los valores y objetivos pierden importancia. Se ceden las expectativas y las prohibiciones. Una crisis de este tipo necesita un cambio decisivo y cada cambio implica una nueva adaptación.

Causas de los conflictos familiares


     Una de las causas más habituales de los conflictos familiares son los intereses contrapuestos o la sensación de que la familia no satisface las necesidades individuales.
     Ejemplo: Una pareja que nunca se pone de acuerdo sobre qué hacer en los retos de ocio del fin de semana, porque uno de los dos prefiere salir a pasear e ir al teatro y el otro quedarse en casa mirando un programa de televisión. En este caso, de debe intentar que ninguno de ellos sienta que siempre cede a los intereses del otro, porque se irá generando una “deuda” de necesidades insatisfechas que pondrá en riesgo la relación.
     Otro motivo de conflicto, muy habitual en las relaciones entre padres e hijos, son las expectativas frustradas. Los padres suelen ver en sus hijos como una prolongación de ellos mismos y suelen sentirse defraudados si estos actúan de manera distinta a lo que esperan de ellos.
     Ejemplo: Una hija decide estudiar para maestra, y su padre había soñado que fuera Licenciada en Derecho como él. Lo importante en estos casos es que los padres dejen de lado el futuro que soñaron para sus hijos y escuchen y acepten lo que ellos desean y necesitan.
     Un tercer motivo de conflicto es la dificultad para establecer con claridad los límites de lo que estamos dispuestos a dar como individuos en beneficio de la familia.
      Otra característica de los conflictos familiares, es el grado en que un conflicto se enreda al pretender los sujetos dar satisfacción a sus necesidades psicológicas y personales.
      Estas necesidades se vinculan al hecho de querer sentirse a salvo y seguro, de ser amado, tener el control de la propia vida, pertenencia, etc. Satisfacer estas necesidades es tan esencial para la salud psicológica como el aire, el agua, el alimento, lo son para la salud física. Este parámetro ayuda a explicar el por qué la autoestima es una ventaja poderosa a la hora de resolver conflictos.
      En los conflictos familiares también suele ocurrir que su desencadenante o el motivo que lo origina, ni tan siquiera es la verdadera causa del conflicto y, sin embargo, puede dar lugar a situaciones dramáticas.
     Un factor fundamental que da origen a muchos conflictos familiares e interpersonales es la discrepancia entre la realidad y lo que las partes perciben como real. La causa de tal discrepancia es debida a que el modo en que percibimos y damos sentido al mundo es un proceso complejo y subjetivo. Así, todo lo que el individuo percibe es filtrado a través de sus creencias, experiencias pasadas, valores, ideas y prejuicios.
     Normalmente, las partes en conflicto al observar una misma situación realizan diferentes interpretaciones de ella, y estas diferencias en la percepción son un terreno abonado para la aparición de los conflictos interpersonales.

Manejos operativos de los conflictos familiares


     En las últimas cuatro décadas la familia ha sido objeto de estudio por parte de la terapia familiar. Desde diferentes áreas del conocimiento como el trabajo social, la psiquiatría y el psicoanálisis han teorizado y desarrollado técnicas de evaluación e intervención clínica con la familia.  Sin embargo, en las demás escuelas psicológicas poco se ha teorizado sobre la familia.
    Es decir, sobre sus vínculos, y los elementos que lo constituyen: sus roles, las funciones que cumple cada miembro en la familia, la comunicación, las normas y las relaciones de poder. Los cuales son elementos que constituyen la base para llevar a cabo la evaluación, el diagnóstico descriptivo del vínculo familiar implementando las estrategias de intervención, la familia ha sido afectada por las transformaciones que han ocurrido en la sociedad, como en todas las instituciones.
      Los cambios en el sistema familiar han sido de tal envergadura, que el concepto ya no representa plenamente a la realidad a la que remite. En ese sentido, la familia constituye en la actualidad instituciones que parecen iguales que siempre desde afuera, y llevan los mismos nombres, pero por dentro son bastante diferentes. Se sigue hablando de la nación, la familia, el trabajo, la tradición, la naturaleza, como si todos fueran iguales que en el pasado. No lo son, la parte exterior permanece, pero por dentro han cambiado y está ocurriendo en todo el mundo.
    Es necesario destacar que cuando surge un conflicto en la familia es importante manejar dentro de la familia las habilidades sociales, como asertividad, empatía, la comunicación efectiva y afectiva, así como los principios de la inteligencia emocional.
     Se debe tener en cuenta que los conflictos en algún momento se van a presentar, para lo cual debemos estar preparados, es recomendable ver el conflicto como algo normal e incluso potencialmente beneficioso, estaremos en mejor disposición para abordarlo de manera eficaz, sin sentimientos negativos adicionales al propio conflicto que nos lleven a conductas no deseadas.

     Recomendaciones para abordar los conflictos:

     No evitarlo:  de esta manera las causas y consecuencia no desaparecerán, se harán más fuertes, gestione los desacuerdos que surjan por muy difíciles que sean.
     Reconocer el conflicto como una realidad presente que se debe afrontar, El hecho de tener conflictos no nos hace peor familia y una ausencia total de los mismos nos debería llevar a pensar si no se están ocultando/evitando. Reconocer el conflicto obliga a estar atentos a cambios de conducta, por pequeños que sean. Una identificación precoz del conflicto reduce sus consecuencias y facilita el abordarlo eficazmente.
     Tomarlo con calma: no se alarme, tome distancia y contextualizar el problema
      Identificar con objetividad el conflicto: organizar al máximo el conflicto, eliminando las connotaciones negativas que agregamos en nuestra interpretación personal. Si no es algo realmente importante, valorar si conviene dejarlo pasar.
     Si es un conflicto muy significativo, pensar en el momento preciso para abordarlo, mantener la serenidad es clave para poder liberarnos de las interpretaciones personales, para estar abiertos a los sentimientos de los otros, para afrontar con empatía el proceso de resolución… Si no se está preparado, mejor posponer.
     No tener miedo al conflicto: Es normal que los haya y como padres hacer lo que se tiene que hacer para abordarlo, con seguridad.
     Escuchar la opinión de los demás:    observar cómo  asumen  el conflicto, sin emitir juicios, con empatía. Se trata de obtener la máxima información posible del conflicto, su origen y sus consecuencias para cada uno de los miembros de la familia.

     Buscar la solución con el aporte de todos: optar por la más adecuada. Si el consenso no es posible, los padres deciden, pues la autoridad y la disciplina deben mantenerse firmes en la familia. Todo el proceso anterior facilitará que el consenso sea posible, pero si no se consigue, estemos seguros de que somos los padres los que tenemos la última palabra. Si no dudamos, ellos lo aceptarán.
     En relación a la atención de la familia,  la Terapia Cognitivo-conductual considera que las personas nacemos con una herencia y un determinado temperamento, con los cuales comienza a interactuar con su entorno, aprendiendo pautas de comportamiento, tanto beneficiosas como perjudiciales para sí mismo y/ o para los demás.
      El término conducta se entiende en un sentido amplio, abarcando conductas visibles, así como pensamientos, sentimientos y emociones.
     En Terapia Cognitivo Conductual se enfatiza mucho la idea que la conducta, tanto la normal como la patológica, se halla en estrecha relación con el ambiente.
   El vínculo entre persona y ambiente se considera bidireccional, vale decir, el entorno va moldeando nuestros comportamientos pero nosotros también somos capaces de cambiar nuestro medio.
     Sucede frecuentemente que las conductas patológicas de los pacientes se encuentran estimuladas por familiares o amigos quienes inadvertidamente, pretendiendo ayudar al paciente, terminan por favorecer la aparición y mantenimiento de hábitos insalubres y nocivos.
     Tal como puede esperarse, las familias constituyen típicamente el ámbito de aplicación de los procedimientos orientados a modificar relaciones. Esto, por la sencilla razón de que la mayoría de las veces son los familiares quienes se encuentran cerca y al cuidado del paciente, como en el caso de los ancianos o los enfermos depresivos graves. Otras veces, la misma familia es el paciente, como cuando una pareja consulta porque no se llevan bien o porque no saben cómo manejarse con un hijo adolescente desafiante.
     El procedimiento sugerido en estos casos se denomina abordaje conductual de la familia. En dicho abordaje, se adiestra a los familiares del paciente anciano en la aplicación de técnicas de modificación de conductas, especialmente el Reforzamiento Diferencial de Conductas Incompatibles (RDI) y la Extinción.


BIBLIOGRAFÍA


Cardoso A. Basteiro S. y de la Aldea A. (2004). Crecer en familia. Cuadernos de Educación para la salud. Ediciones Envida.

Centro de investigaciones, psiquiatritas, psicológicas y sexológicas de Venezuela CIPPSV (2012). Funcionalidad familiar
psicologia.com - Revista Internacional On-line
vol.7 nº 2 - Jul 2003
Conserjería de familias y asuntos sociales. Dirección general de familias. Guía. ¿Cómo resolver los asuntos familiares?


Dahab J. Rivadenerira C. Minici A. (2010). Revista de terapia cognitivo/conductual. Técnicas Cognitivo/conductuales para el abordaje de parejas y familiar