domingo, 18 de octubre de 2015

INFLUENCIA DEL ENTORNO FAMILIAR EN LA CONDUCTA AGRESIVA DEL NIÑO EN LA ESCUELA

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     En la actualidad se observa graves problemas de comportamientos o de conductas en niños (as)  y adolescentes, en diferentes espacios,  específicamente en los diferentes centros educativos, especialmente en el aula de clases, los cuales afectan la calidad de vida de los miembros de la Institución, especialmente a los compañeros de clase y al docente, quien en muchas oportunidades, no maneja  herramientas suficientes para las posibles soluciones del problema, generalmente no se cuenta con el apoyo de los padres,  menos con un equipo multidisciplinario para atender  el problema.
     La violencia escolar aparece en un momento particularmente complejo para la sociedad venezolana en el que crece la inseguridad, se deteriora la convivencia y es cada vez mayor la victimización de niños, niñas y adolescentes por hechos violentos que ocurren en lugares  que concebimos como entornos seguros  para promover su desarrollo: en las familias, en las comunidades, en las instituciones que deberían asegurar su protección.
      Frente a estas realidades, particularmente en comunidades selladas por la pobreza y la exclusión, es evidente la precariedad de instituciones y servicios públicos garantes de la seguridad pública.
     Aunque la violencia escolar hace referencia al espacio donde se ven los comportamientos agresivos, no siempre se generan en la escuela, sino que tienen que ver con otros ámbitos, como es la violencia en las familias. De hecho, la familia, junto con la escuela y la iglesia, son las tres instituciones primarias que juegan un papel preponderante en la socialización de los individuos y de las tres, la familia es la más importante. (Carbonero, M., Antón, M., Rojo, F., 2002).
     Es incuestionable reconocer que la familia es el primer medio socializador del niño y es donde debe recibir los primeros afectos y vínculos materno y paterno, sin embargo, también se constituye en un elemento fundamental para los orígenes de las conductas agresivas de los hijos que redundarán hasta la vida adulta al perturbar su forma de integración y de relación social.
     Carbonero,  Antón,  Rojo,  (2002) destacan los factores que favorecen el desarrollo de la agresión en la infancia, se destacan como más significativos:
1. Factores biológicos: Predisposición biológica hacía las conductas desadaptadas.
2. Factores ambientales: La influencia primera está en la familia porque es el ambiente en la que se inicia la conducta del sujeto. La mayoría de los estudios realizados intentan precisar las características de las relaciones familiares y el alcance de su implicación en las conductas agresivas de los niños.
3. Factores cognitivos y sociales: Los sujetos agresivos no tienen en su repertorio respuestas a situaciones adversas que no sean agresivas, y sugieren que la conducta agresiva, como forma de interactuar con el medio, es el resultado de una inadaptación debida a problemas en la codificación de la información que dificulta la elaboración de respuestas alternativas.
4. Factores de personalidad: Se trata de establecer las características de personalidad que estén asociadas a las conductas agresivas de los niños. Algunas de estas características serían: despreocupación por los demás, gusto por burlarse de los demás y ponerles en ridículo e incluso crueldad e insensibilidad ante los problemas de los demás.

El ENTORNO FAMILIAR   

      La influencia en el entorno familiar es el primer y más importante espacio para el desarrollo social del niño.
      En la familia se desarrollan las habilidades y capacidades pro-sociales del recién nacido, lo que facilitará su integración al mundo social.
      En el contexto de la familia la mayoría de los niños establecen sus primeros vínculos socio-emocionales, los que proporcionaran las bases de seguridad que necesitan para explorar el mundo que los rodea y para el desarrollo de sus posteriores relaciones interpersonales.

En la Familia


      Es en la familia donde están los modelos de aprendizaje para el desarrollo de las habilidades sociales necesarias para afrontar las diferentes situaciones que se presentan en el entorno
      Padres, hermanos y demás personas que viven con el niño son cruciales para su desarrollo psicológico.

Influencia de la familia en la conducta del niño y niña

      La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del niño. La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de disciplina,  de conducta y  de comportamiento. Es uno de los factores que más influyen en la construcción de la conducta agresiva.
      Está demostrado que el tipo de disciplina que una familia aplica al niño, será el responsable por su conducta agresiva. Un padre poco exigente, por ejemplo, y que tenga actitudes hostiles, y que está siempre desaprobando y castigando con agresión física o amenazante constantemente a su hijo, estará fomentando la agresividad en el niño.
  
     Otro factor que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus padres es tensa y continuada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se viva como la presencia de expresiones que fomenten la agresividad, como "no seas un cobarde".
    Los factores orgánicos de tipo hormonal, los problemas cerebrales, los estados de mala nutrición y los problemas de salud, entre otros, también influyen en el comportamiento agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no tiene estrategias verbales para afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente conducido a la agresión

Disfuncionalidad familiar:


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      Respecto a la disfuncionalidad familiar se puede partir de que la familia es, quizá el grupo social más violento y el hogar el medio social también más violento de la sociedad. Es más probable que una persona sea golpeada o asesinada en su propio hogar por otro miembro de su familia que en ningún otro sitio o por ninguna otra persona (Gelles y Straus, 1979).

Disfuncionalidades vinculadas a la violencia escolar:

      Maltrato infantil: El estudio hacia el maltrato infantil tiene su origen hacia fines del siglo pasado y con ello surge la figura del maltratador ante el Derecho. El segundo problema vinculado a ese campo fue que se refiere al abuso sexual.
      Según el Consejo Europeo (1981) se entiende por maltrato infantil a «los actos y las carencias que turban gravemente al niño, atentan contra su integridad corporal, su desarrollo físico, afectivo, intelectual y/o moral y cuyas manifestaciones son el descuido y/o lesiones de orden físico, psíquico y/o sexual por parte de un familiar u otras personas que cuidan al niño»
      El maltrato infantil puede ser de diferentes tipos De Paul (1988) propone una conceptualización del maltrato infantil de 5 modalidades de acuerdo con su carácter físico o emocional y su calidad de comportamientos activos o pasivos.

En el ámbito de lo Físico

      El maltrato físico es cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que
      provoca un daño físico o enfermedades en el niño (Guía Adima)
      Abandono Físico, es aquél en el que las necesidades físicas, de alimentación, vestido, higiene,
      protección y vigilancia se encuentran en un estado potencialmente peligroso, incluyendo el cuidado médico, área educativa y no son atendidos por ningún miembro del grupo familiar.
      Abuso sexual, es cualquier clase de contacto sexual en un niño menor de 18 años por parte de su familiar/tutor adulto desde una posición de poder o autoridad sobre el niño.

En lo Psicológico emocional:

      Maltrato emocional, la hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla desprecio o amenaza de abandono y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles por parte de cualquier adulto del grupo familiar.
      Abandono emocional, falta «persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa) expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño, la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de una figura adulta. Lo que define el maltrato es su carácter crónico.
       
     Además de esas tipologías del maltrato pueden destacarse otras situaciones que llevan el riesgo de poner en peligro la salud física o psíquica del menor como son la explotación laboral, la corrupción, la incapacidad parental de control de la conducta del niño/a, el maltrato prenatal, el retraso no orgánico en el desarrollo.
     En un estudio realizado en la Facultad de Ciencias Médicas en la Habana, por “Calixto García”.

      Este estudio reflejó un número elevado de niños que residían en viviendas con dificultades constructivas.
      Existen coincidencias entre los autores que plantean que las manifestaciones de agresividad tienden a ser más frecuente en niños con condiciones inadecuadas de vivienda, en este estudio se evidenció un alto índice de hacinamiento.
      La OPS señala que esta variable es un factor de alto riesgo favorecedor de enfermedades o trastornos. (organización panamericana de la salud)
      Aunque en la literatura médica hallamos diversos criterios, hay autores que coin-ciden en que el nivel de escolaridad forma parte de la extensa gama de factores que de alguna manera influyen en el aumento de la agresividad, como puede verse en este estudio. En relación con el tipo de ocupación, predominaban los desocupados. Autores como Chalata señalan que la desocupación fundamentalmente en el sexo masculino se asocia de forma significativa con el incremento de la agresividad y de las conductas socialmente desajustadas
      Al analizar la estructura familiar se encontró un porcentaje alto de niños que viven en familias ampliadas y extensas, lo que condiciona muchos modelos educativos: en la literatura médica se reporta que las familias numerosas constituyen un factor relevante en la aparición de trastornos emocionales en los infantes. La integración social de la familia fue mala y regular en el total de los casos, con un predominio de mala.

La delincuencia en la familia:

      la presencia de reclusos y la integración social inadecuada son factores señalados por diversos autores como recurrentes en familias agresivas y niños agresivos (Segueira Castillo M. Valoración de la conducta y actitudes paternas en las alteraciones psicológicas).
      El recaer el cuidado y educación del menor en otras personas que no sean las figuras paternas, así como una mala función educativa, constituyen resultados que coinciden con los de otros estudios realizados en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana
      El alcoholismo se encontró como factor incrementador de la agresividad: la mayoría de los niños se sentían rechazados por el medio familiar. Se ha demostrado que el rechazo materno y paterno tiene gran influencia en los trastornos conductibles de los niños (Vasallo N. La conducta desviada. Un enfoque psicosocial para su estudio [tesis de doctorado], Universidad de La Habana, Facultad de Psicología, 1980).
      Todas las familias de los niños que se estudiaron eran disfuncionales e impulsivos, y estos factores eran los más relevantes en el desarrollo de conductas agresivas en ellos.

Fuentes de información:





sábado, 17 de octubre de 2015

EL adulto mayor

Relaciones  en  el  adulto  mayor: Relaciones  sociales.
     Las relaciones sociales es un elemento necesario para la calidad de vida de las personas de la tercera edad, las personas que se mantienen con la pareja de muchos años probablemente mantengan las relaciones sociales de la adultez mediana. Los hombre son más vulnerables, ya que sufren el gran cambio al llegar a la jubilación, posiblemente al perder el rol laboral, por sentirse inactivo y el error de concepto de que sólo el sujeto activo puede sentirse satisfecho, hacen que estas relaciones disminuyan.
     Existen diferentes variables que determinan que la persona mayor. Perciba una mayor o menor posibilidad de relaciones sociales. En la variable dad, el grupo que mayor porcentaje obtiene es el de más de 75 años.
     El síndrome del nido vacío, y las posibles malas relaciones con los hijos pueden influir en el aislamiento del adulto mayor.
     Es importante que él mismo independientemente del sexo, se sienta identificado con las actividades de ocio y tiempo libre a realizar, sin caer en estereotipos negativos. La lectura, las actividades deportivas de bajo impacto, reuniones en clubes para miembros de la tercera edad, viajes, entre otras actividades propias para distraerse, sentirse dinámico y  útil.
Abuelidad
     El término abuelidad proviene de un neologismo creado en 1977 por la médica argentina Paulina Redler para dar cuenta de la organización que incluyera, en la estructuración psíquica individual y familiar, la figura del abuelo; lo cual recibió así mismo el nombre de abuelitud.
     El rol de la abuelidad se vincula con la transmisión del conocimiento generacional del pasado y de los orígenes, a la vez que, al mantener una relación con los nietos menos tensada por las relaciones de autoridad que estos mantienen con sus padres, los abuelos se hayan en excelentes condiciones para atender a sus nietos ante la ausencia de los padres. Juegan de este modo una función esencial en el proceso de transmisión intergeneracional; proceso ligado estrechamente al de la construcción de la identidad.
     Ajustes de la personalidad a la jubilación
     La jubilación es la acción o efecto de jubilar o jubilarse que sucede aproximadamente a los 65-67 años; pero, aunque obedece a un término socioeconómico relacionado con la vida laboral, también tiene implicaciones en otros ámbitos de la vida de la persona: psicológico, afectivo, relacional, existencial, etc. (Lourdes Bermejo, 2006).
     Sin embargo, para el jubilado, una de las principales consecuencias iniciales es la toma de conciencia del envejecimiento (Buendía, 1994). Los estereotipos asociados a la vejez (falto de valor, feo e inservible) dañan la autoimagen y la autoestima de la persona que hasta el momento se consideraban como útiles y válidos para la sociedad. La propia autoestima de la persona determinará la imagen, las emociones, los deseos y los objetivos que marcarán la jubilación de la persona (Buendía, 1993).
           El concepto de autonomía funcional, de acuerdo el Grupo de Desarrollo Latino Americano para la Madurez (GDLAM), abarca tres aspectos: autonomía de acción que refiere a la noción de independencia física; autonomía de la voluntad que refiere la posibilidad de la libre determinación; y autonomía de pensamiento que permite a la persona juzgar cualquier situación (Dantas EHM, 2004).
     Cabe señalar que estudios científicos, han señalado: Un estilo de vida sedentario es responsable de provocar daño al organismo (Money et. al 2008) y asociado al envejecimiento disminuir el desempeño motor y predispone al adulto mayor a tener menor autonomía funcional en actividades de la vida diaria tales como caminar, subir escaleras, levantarse de una silla de forma exitosa sin auxilio de una persona o aparato continuando con sus relaciones sociales y manteniendo su función cognitiva. (Dantas EH, 2004, Molt et. al 2010). 
     El ejercicio mejora las capacidades físicas en el adulto mayor dándole mejor desempeño al realizar las actividades físicas con menos esfuerzo, permitiéndole ser mas autosuficiente para realizar las actividades de la vida diaria (AVD) (Gonçalves LH, 2010, Singh AS, 2006). El ejercicio físico ha sido ampliamente recomendado para el adulto mayor (Nelson ME, 2007), ya que se ha demostrado en estudios experimentales los beneficios de la práctica del ejercicio en la autonomía funcional y a su vez mejorando capacidades físicas como la fuerza (da Silva JG, 2009).
Pensamientos y temores relativos a la muerte. Manera de  afrontar  la  propia  muerte.
      Otro de los aspectos a tratar en el envejecimiento como proceso es la muerte; en la vejes ésta se hace presente a través del fallecimiento de los seres queridos (amigos, familiares, parejas) y da lugar a que sea un tema más próximo y tangible que en generaciones anteriores.
     Diferentes sentimientos y emociones como el miedo, la angustia, y la influencia de factores culturales tendrán su implicación en la gestación de este concepto en ancianos, parece evidente que a pesar de hay que prestar atención al análisis de las variaciones motivadas por los contextos culturales, ( ya que cada sociedad y su marco cultural tiene una manera idiosincrática de entender la vejez, la vida y la muerte), existe un nexo común en las actitudes del anciano ante la muerte (ya sea propia o ajena), que consiste en la constatación de que disponen de los recursos personales y de las experiencias previas necesarias para afrontar exitosamente un proceso de morir ( Rivera, 2007).
       La conciencia de la finitud de las cosas y de sí mismo podría facilitarle al anciano adoptar posturas más o menos estoicas. Frecuentemente esto ocurre así, pero en algunas circunstancias, por ejemplo de marginación social y familiar, le hace sentir cada muerte de otro como una nueva experiencia sobre el fin de la vida y le pone de manifiesto un empobrecimiento progresivo y sus menores conexiones con los hechos afectivos y biológicos de la vida.
      Por lo tanto lo más angustiante para anciano es la pérdida y la muerte. Esa pérdida supone un grado y características determinadas por el monto de pertenencias afectivas, tanto sociales como familiares, relacionadas con la repercusión que ella pueda tener en la satisfacción de necesidades objetivas y subjetivas del anciano.

Bibliografía
http://www.efdeportes.com/efd159/autonomia-funcional-en-el-adulto-mayor.htm
https://preventiva.wordpress.com/2012/07/16/inmovilidad-en-el-anciano/

http://escuela.med.puc.cl/publ/manualgeriatria/PDF/PresentacionEnfermedad.pdf