sábado, 23 de julio de 2016

HABILIDADES SOCIALES













HABILIDADES SOCIALES

     Actualmente son muchas las personas  que no se relacionan de manera     favorable con las otros individuos, por excesivamente permisivos, agresivos, intransigente,  por transmitir mal la información, sin saber expresar los sentimientos, y así una serie de dificultades manifestadas tanto en el área personal, de pareja, familiar y laboral, lo cual indica un déficit en una o varias habilidades sociales.
     A pesar de la importancia demostrada de las habilidades sociales en todos los entornos, muchas personas no les otorgan la relevancia que poseen. Esto se observa, de manera especial, en el ámbito laboral, en el cual muchos profesionales no tienen en cuenta a las habilidades sociales a la hora de trabajar, o las consideran relegadas a un papel secundario, muy por debajo de las competencias técnicas.
      El mundo está cambiando a un ritmo acelerado y esto exige darle al desarrollo de las habilidades sociales la importancia adecuada, sobre todo en el manejo de las emociones y las relaciones interpersonales. Según la consideración tradicional, la educación se centraba esencialmente en la función de enseñar, concepción que ha venido cambiando en la actualidad, prevaleciendo sobre todo el proceso permanente de aprendizaje de cada persona, cónsono con la realidad y contexto social donde se desenvuelve.
     Desde esa línea de pensamiento, la educación debe buscar formar individuos sanos en lo afectivo y racional para que funcionen dentro de un contexto cultural dado, en las dos vertientes contradictorias y complementarias de conservar y transformar ese escenario para así lograr el equilibrio ideal entre el corazón y la mente. En tal sentido, si la educación debe servir para algo, tal y como lo plantea Suárez (2001), es para que las personas sepan enfrentarse con éxito a las demandas y exigencias que le impondrá su vida. Es decir, deben dotarse de habilidades y competencias necesarias para ser felices, o lo que es lo mismo, mantener un adecuado estado de bienestar psicosocial.
     Las habilidades sociales son un conjunto de conductas necesarias que nos permiten interactuar y relacionarnos con los demás, de manera efectiva y satisfactoria.
Concepto de habilidades sociales
     Conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa sentimientos, actitudes, deseos,  opiniones o derechos de ese individuo de un mido adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente, resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas. Caballo (1986)
     La expresión adecuada, dirigida a otra persona, de cualquier emoción que no sea la respuesta de ansiedad. Wolpe (1977)
     La conducta que permite a una persona actuar según sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad inapropiada, expresar cómodamente sentimientos honestos o ejercer los derechos personales sin negar los derechos de los demás. Alberti (1978)
    Las destrezas sociales son una parte esencial de la actividad humana ya que el discurrir de la vida está determinado, al menor parcialmente, por el rango de las habilidades sociales (Caballo, 2005). Distintos estudios señalan que las habilidades sociales inciden en la autoestima, en la adopción de roles, en la autorregulación del comportamiento y en el rendimiento académico, entre otros aspectos, tanto en la infancia como en la vida adulta (Gil Rodríguez, León Rubio y Jarana Expósito, 1995;
Kennedy, 1992; Monjas Casares, 2002; Ovejero Bernal, 1998).
      En niños y adolescentes, la temática de las habilidades sociales es relevante, no sólo por su dimensión relacional, sino por su influencia a otras áreas vitales tales como la escolar, la familiar, entre otras. Está comprobado que aquellos niños y/o adolescentes que muestran dificultades en relacionarse o en la aceptación por sus compañeros del aula, tienden a presentar problemas a largo plazo vinculados con la deserción escolar, los comportamientos violentos y las perturbaciones psicopatológicas en la vida adulta (Ison, 1997; Arias Martínez y Fuertes Zurita, 1999; Michelson, Sugai, Wood y Kazdin, 1987; Monjas Casares, González Moreno y col.,
1998). Michelson y otros. (1987) sostienen que las habilidades sociales no sólo son importantes respecto a las relaciones con los pares sino que también permiten que el niño y el adolescente asimilen los papeles y las normas sociales.
       Los comportamientos sociales se aprenden a lo largo del ciclo vital, por lo que ciertas conductas de los niños y adolescentes para relacionarse con sus pares, ser amable con los adultos o reaccionar agresivamente, entre otras, depende del proceso de socialización. Según Schaffer (1990), las interacciones sociales implican una serie de modelos de comportamientos muy complejos y sincronizados, ejecutados recíprocamente por dos o más sujetos. Cabe destacar que la socialización se produce en interrelación con el desarrollo cognitivo.
      Tanto la familia y la escuela como el acceso a otros grupos de pertenencia son ámbitos privilegiados para el aprendizaje de habilidades sociales, siempre y cuando estos contextos puedan proporcionar experiencias positivas para adquirir comportamientos sociales, ya que se aprende de lo que se observa, de lo que se experimenta (propias acciones) y de los refuerzos que se obtiene en las relaciones interpersonales; también se aprenden comportamientos sociales de los medios de comunicación como la utilización de productos simbólicos de la cultura.
     En definitiva, el contexto en sus múltiples acepciones (las características maternas y paternas, la experiencia en la crianza, el acceso a mas medios como televisión o internet, entre otros) se vincula de modo decisivo a cómo se aprenden y practican habilidades sociales funcionales  o disfuncionales.
     La literatura enfatiza que los problemas de relaciones interpersonales se presentan principalmente en aquellos sujetos que se vinculan muy poco con sus pares. Estos se caracterizan por una evitación del contacto social con otros sujetos (Monjas Casares, 2000) o bien por mantener relaciones sociales violentas con sus pares (Cerezo, 1997). Estos comportamientos están relacionados con los estilos de interacción inhibido y agresivo, que dan cuenta de habilidades sociales deficitarias.
      En muchas ocasiones, estos déficits en las habilidades sociales pueden conllevar la presencia de trastornos psicopatológicos en la vida adulta, aunque desde lo planteado por León Rubio y Medina Anzano (1998) no se descarta la posición de que los déficits en las habilidades sociales pueden ser tanto una causa, efecto o concurrentes en la aparición de un trastorno psicológico.
      Prieto Ursua (2000) afirma que se han identificado ciertos factores de protección ante estresores ambientales que disminuyen la aparición de problemas psicosociales en la infancia y adolescencia, entre los que se destacan la competencia y el apoyo social, el empleo del tiempo libre y adecuadas estrategias de afrontamiento.
     Respecto a la competencia y el apoyo social, se considera que las habilidades sociales son un medio excepcional de protección y promoción de la salud. Desde estos planteos, la eficaz interacción con los otros permitiría a los niños y adolescentes responder de modo positivo ante situaciones de estrés, por lo que determinadas competencias como hablar con pares no conocidos, expresar emociones positivas, establecer conversaciones con pares y adultos, practicar habilidades sociales de elogio, entre otras, pueden convertirse en factores protectores de la salud.
     Semrud-Clikeman (2007) sostiene que la integración del niño al ámbito escolar constituye una segunda socialización. La educación se produce en un contexto social, con sus características propias, donde los comportamientos sociales de los alumnos, de los maestros y la interacción entre ambos resultan de una primordial importancia para el proceso educativo como para el desarrollo de la competencia social infantil.
     La interacción con los pares supone el aprendizaje de numerosas habilidades sociales para el niño. Así se aprende a dominar o proteger a los pares, a asumir responsabilidades, a devolver favores, a considerar los otros puntos de vista y a valorar las habilidades de los otros. Hoffman, Paris y Hall (1995) sostienen que estos aprendizajes son posibles por procesos como el refuerzo por parte de los compañeros (a través de halagos, imitación de la acción o la simple observación), el modelo de los pares y la comparación social.
     Un recurso muy importante para la aceptación del niño por parte de los pares es la habilidad para regular emociones, ya que controlar las reacciones emocionales le permite comprender las diversas variables de una situación social y no sentirse abrumado por su propio estado emocional.
     Denham y otros (1990) sostienen que aquellos niños que se relacionan satisfactoriamente con sus pares utilizan adecuadas estrategias de resolución de problemas, por lo que puede considerarse otra capacidad que potencia las habilidades sociales.
Mecanismos responsables del aprendizaje de habilidades sociales


     Caballo (1993), no existen datos definitivos sobre cuándo y cómo se aprenden las habilidades sociales, pero la niñez es sin duda un periodo crítico. Así, los niños pueden nacer con un sesgo temperamental y su manifestación conductual se relacionaría con un sesgo fisiológico heredado que podría mediar la forma de responder. El mismo autor destaca la consideración de Buck (1991), según el cual, el temperamento, considerado como la expresividad emocional espontánea, determina la naturaleza del ambiente socio-emocional interpersonal y la facilidad para el aprendizaje.
     En primer lugar, el aprendizaje por experiencia. La habilidad social que una persona muestra en una situación determinada está relacionada con la maduración y las experiencias que el individuo haya tenido en situaciones similares. Los niños, en sus interacciones con sus iguales y con los adultos, reciben refuerzos o consecuencias aversivas del entorno, y de este modo van incluyendo en su repertorio de habilidades y poniendo en práctica aquellas conductas sociales con las que obtienen consecuencias reforzantes, y tienden a no realizar conductas que les suponen consecuencias aversivas. La oportunidad para practicar las conductas en diferentes situaciones (experiencias) es uno de los condicionantes del desarrollo de las habilidades sociales (Caballo, 1993).
     En segundo lugar, el aprendizaje por modelado. De acuerdo con la teoría del aprendizaje social (Bandura, 1977), muchas conductas se aprenden principalmente a través de la observación e imitación de otras personas. Entre estas conductas se encuentran también las habilidades sociales. A lo largo de la vida, las personas estamos expuestas a diferentes modelos gracias a los cuales adquirimos determinadas conductas sociales (verbales y no verbales) o inhibimos otras.
     En tercer lugar, la instrucción directa. Mediante las instrucciones verbales informales o sistemáticas de los otros aprendemos a llevar a cabo determinadas habilidades sociales y a reconocer conductas inadecuadas.
      En cuarto lugar, el feedback de otras personas. La información que los demás nos dan sobre nuestras conductas es otro de los mecanismos que influyen en el aprendizaje de las habilidades sociales. En las interacciones sociales manifestamos, directa o indirectamente, de forma verbal o no verbal (a través de gestos, expresiones, posturas del cuerpo), nuestra consideración del comportamiento de la otra persona. Este feedback ayuda a controlar la conducta, a cambiarla en función del contenido de la información proporcionada por quien da el feedback y a servir como reforzamiento social contingente a las conductas sociales.
     Es evidente que el aprendizaje de cualquier conducta, pero sobre todo el de las habilidades sociales, se produce siempre en contextos interpersonales, gracias a la interacción con los demás. A lo largo de la vida serán muchas las personas significativas que influyan en el desarrollo de las habilidades sociales.
     Según Pérez (2000), la Organización Mundial de la Salud, desde 1993 exhorta hacia una promoción de la salud pública de modo especial, matizando el requerimiento de considerar la salud mental y psicosocial como ejes fundamentales del proceso educativo. Dentro de ese mismo accionar, la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO (2008), propone la iniciativa de aprender habilidades para la vida, aprendizaje básicos que facilitan llevar a cabo un proyecto de vida más saludable emocionalmente, propiciando con su manejo las relaciones con uno mismo, con las demás personas y con el entorno social más amplio, de una forma no agresiva, ni inhibida, sino asertiva, que permitan el conocimiento de uno mismo, una conversación fluida y eficaz, tomar decisiones en consenso, entre otras acciones humanas.
     En correspondencia con lo antes descrito, Caballo (2005) plantea que el manejo de habilidades sociales es la capacidad que las personas poseen de percibir, entender, descifrar y responder a los estímulos sociales en general, especialmente aquellos que provienen del comportamiento de los demás, lo que apuntala hacia la capacidad del individuo de captar los estímulos provocados por los otros en él, a través de los componentes conductuales verbales y no verbales, con el fin de realizar una interrelación efectiva. Por consiguiente, su adecuado manejo es sinergia de la inteligencia emocional, como especial destreza en las relaciones sociales, ya que a través de estas se controlan emocionalmente los individuos con sus relaciones interpersonales; en ese sentido, existen referencias que permiten valorar las habilidades sociales como elemento determinante en la conducta de los individuos adolescentes, tan necesarios para un exitoso desempeño en la sociedad actual, donde las exigencias de la contemporaneidad son superiores a las de ayer e inferiores a las de mañana.
     Para la mayoría de los individuos, el establecimiento de relaciones con otras personas, es un objetivo deseado o una experiencia reforzante; en consecuencia, las relaciones sociales pueden considerarse como eventos gratificadores para la mayor parte de las personas. No obstante, Kelly (2000) señala que para conseguir cada uno de estos objetivos socialmente deseables, es preciso que las personas dominen y manejen una serie de habilidades conductuales relativamente bien organizadas.
Importancia de las habilidades sociales
     Desde la perspectiva psicosocial, el manejo de las habilidades sociales, y por ende funcionar emocionalmente de modo equilibrado, es sinónimo de formas de vida y estilo de convivencia, de allí que sean las que dan cara a la vida social, situación de la cual no están exentos los estudiantes universitarios, quienes no solo tienen la obligación de formarse intelectualmente, sino que además su proceso de formación permanente les exige estar interactuando con sus aliados o pares de aprendizaje, así como con los profesores, quienes son medidores o facilitadores dentro del ámbito educativo universitario.
     No obstante, las debilidades en cuanto al manejo de habilidades sociales pudieran generar problemas en personas, entre las personas, por ejemplo los estudiantes, en quienes se evidencia déficit en los niveles de bienestar, perturbación en las relaciones interpersonales, bajo rendimiento académico, distorsión en las conductas, poca participación en clase, temor a las exposiciones orales, lo cual pudiese ser producto de su idiosincrasia, ya que se evidencia sobre todo en estudiantes de las zonas rurales con relación a las urbanas, o por el cambio del sistema de enseñanza-aprendizaje del nivel de educación básica al universitario, sintiéndose confundidos o perturbados y en muchos casos manifestando rechazo hacia el nuevo nivel educativo, llegando en algunos casos a abandonar sus estudios.
     Las habilidades sociales están cobrando especial relevancia en diferentes ámbitos, por razones como:
      La existencia de una importante relación entre la competencia social de la infancia y la adaptación social y psicológica. Kelly (1987) expresa que la competencia social se relaciona con un mejor y posterior ajuste psicosocial del niño en el grupo-clase y en el grupo-amigos, y en una mejor adaptación académica. La baja aceptación personal, el rechazo o el aislamiento social, son consecuencias de no disponer de destrezas sociales adecuadas.
     Argyle (1983) y otros especialistas como Gilbert y Connolly (1995) opinan que el déficit en habilidades sociales podría conducir al desajuste psicológico, y conlleva a que la persona emplee estrategias desadaptativas para resolver sus conflictos. La competencia social adquirida previamente garantiza una mayor probabilidad de superar trastornos.
     Las habilidades sociales se correlacionan positivamente con medidas de popularidad, rendimiento académico y aumento de la autoestima. Las habilidades sociales se forman en el hogar e influyen en la escuela.
     En el ámbito de la pedagogía de la salud, se aplican para el tratamiento y prevención de la presión, el alcoholismo, la esquizofrenia, etcétera.
     La carencia de habilidades sociales favorece el comportamiento disruptivo, lo que dificulta el aprendizaje.
     Según Gil y León (1995), las habilidades sociales permiten desempeñar las siguientes funciones:
·         Son reforzadores en situaciones de interacción social.
·         Mantienen o mejoran la relación interpersonal con otros individuos. Una buena relación y comunicación son puntos base para posteriores intervenciones con cualquier tipo de colectivo.
·         Impiden el bloqueo del reforzamiento social de las personas significativas para el sujeto.
·         Disminuye el estrés y la ansiedad ante determinadas situaciones sociales.
·         Mantiene y mejora tanto la autoestima como el autoconcepto.



BIBLIOGRAFÍA
http://www.monografias.com/trabajos96/las-habilidades-sociales/las-habilidades-sociales2.
http://www2.ulpgc.es/hege/almacen/download/4/4615/Tema_1_Habilidades_Sociales.pdf
 Fundamentos en Humanidades
     Universidad Nacional de San Luis – Argentina Año XII – Número I (23/2011) 159/182 pp (2011) Las habilidades sociales en niños y adolescentes. Su importancia en la prevención de trastornos psicopatológicos.
http://www.redalyc.org/pdf/184/18424417009.pdf                                 
Caballo, V. (2005). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales. España. Siglo XXI.

http://publicaciones.urbe.edu/index.php/REDHECS/article/viewArticle/1822/3548

sábado, 16 de julio de 2016

SEXUALIDAD PRECOZ

SEXUALIDAD PRECOZ CAUSAS Y CONSECUENCIAS


     La humanidad vive profundos cambios en sus códigos morales y sociales. Los cuales se ven expresado en la temprana práctica sexual en adolescentes y la visión o reacción de la sociedad frente a este fenómeno, ya que dichas conductas han tomado rumbos muy diferentes, comparado a generaciones anteriores.
     Así la familia, en relación a aspectos sociales, religiosos, entre otros,  tendrá mucho que ver en la sexualidad futura de una persona. La sexualidad acompaña al sujeto a lo largo de la vida. Es imposible carecer de sexualidad. Hasta hace unas décadas no se describieron por primera vez los factores involucrados en el desarrollo psicosexual del niño. Mucho de lo que es este desarrollo psicosexual del niño, está determinado por el tipo de manejo de la sexualidad en cada grupo y cultura. Algunos autores propusieron que siendo más las similitudes entre los sexos que las diferencias, que se estudiarán estas. Lo que sí parece estar muy claro es que los niños difieren en su conducta aún mucho antes de que sean conscientes de su identidad genérica y que las conductas tipo de su sexo, están ya perfiladas desde temprana edad, aun antes del inicio de la vida escolar.
     Se admite por  sexualidad precoz como “la anticipada conducta sexual sin estar mentalmente preparado, esto es un desajuste mente-cuerpo que lleva a una exagerada conducta sexual”.
     Este fenómeno tiene diversas aristas, se considera que constituye algo perjudicial cuando el adolescente lleva su sexualidad de forma errónea que dañe o no le permita vivir las diferentes etapas de su desarrollo a plenitud.
     En un estudio realizado por Marcia E. Herman-Giddens, se describen los resultados de un estudio realizado en un grupo de poco más de 17 mil jovencitas estadounidenses, analizando las edades de maduración sexual, los cambios que se presentan, así como las posibles causas de lo que aparece como un despertar precoz a la pubertad. En este grupo, la edad promedio del desarrollo del busto fue antes de los diez años en las niñas blancas y antes de los nueve en las negras. El crecimiento del vello púbico se iniciaba un año después. Lo sorprendente de los resultados no es esto, sino que incluso a la edad de siete años, 27% de las niñas negras y cerca de 7% de las blancas habían empezado a desarrollar busto o vello púbico, o ambos.
     El hallazgo, como sugiere la doctora Herman-Giddens, requiere redefinir la edad a la cual la pubertad es considerada precoz. Los libros médicos establecen que sólo 1% de las niñas menores de ocho años muestran señales de pubertad. Sin embargo, estos y otros estudios han hecho que la Sociedad Pediátrica Endocrinológica Lawson Wilkins sostenga que la aparición de busto en niñas entre los siete y ocho años cuando son blancas, y entre los seis y ocho cuando son negras, debe considerarse un fenómeno normal y no necesariamente patológico.

          Causas de la maduración sexual temprana.



     Algunos consideran que es debido a una mejor nutrición y menor presencia de enfermedades infecciosas; otros, lo asocian con problemas de obesidad durante la niñez, pues los tejidos grasos son fuente de estrógenos. Una posibilidad adicional es el incremento a la exposición de ciertos compuestos químicos que se degradan en sustancias que tienen efectos semejantes a los estrógenos y otra a que seguimos evolucionando.
     Entre los elementos adicionales estudiados sobre el tema se halla lo relacionado con cambios en el comportamiento. Al parecer, las niñas con temprana madurez física son más depresivas, con más dificultades sociales, agresivas y malhumoradas que las que inician a edades avanzadas o normales. Sin embargo, esta condición no se mantiene indefinidamente, al menos no expresada de la misma manera. Un grupo de jóvenes a las que se dio seguimiento desde su pubertad precoz hasta pasados los 17 años modificaron ese tipo de dificultades, aunque siguieron padeciendo cierto tipo de dolencias psicosomáticas.
     Una preocupación común entre los padres de niñas con maduración precoz es la posibilidad de que empiecen a menstruar. Sin embargo, las investigaciones sobre el tema han mostrado que, una vez iniciados los primeros pasos de la pubertad (busto y vello púbico) tardan un par de años más en empezar a hacerlo. El susto y la sorpresa de los padres, de cualquier forma, no lo para nadie y al parecer los conduce, en muchos casos, a buscar soluciones hormonales para retardar el proceso. Sin embargo, la recomendación de este grupo de investigadores es que sólo si la entrada a la pubertad empieza antes de los seis es necesario buscar terapia hormonal para evitar problemas en su desarrollo, tales como un proceso de masculinización provocado por un exceso de andrógenos que puede conducir a la infertilidad. Cuando es después de esa edad, no se preocupe, sólo colóquese el vestido de la resistencia para recibir las embestidas de los cambios de humor.

Factores que van a influir en el desarrollo sexual en la infancia, entre otros se tiene:

     Comunicación familiar deficiente: Sucede cuando los adultos evitan referirse al tema de la sexualidad o también cuando evitan referirse a partes del cuerpo relacionadas con la sexualidad, lo que hace que el niño pierda la confianza en sus padres y que cuando tenga alguna duda éste busque información sobre la sexualidad y el desarrollo de su cuerpo en amigos o medios de comunicación masivos como la televisión e Internet, el problema sucede en que muchas veces esta información recibida es errónea y provoca conflictos en el joven.
     Información deformada de los medios masivos de comunicación: “Hoy por hoy es muy frecuente la utilización del sexo con fines comerciales, lo que incita a la práctica sexual y transmite una imagen alterada de la conducta sexual, basada en la violencia, el sexo como mero divertimiento y el sexo sin culpabilidad”
     Cambios en la sociedad: En comparación con décadas pasadas donde había un ambiente moral muy rígido dominado por la iglesia, lo que hizo surgir movimientos revolucionarios que proclamaban la libertad sexual (Ej.: Movimiento Hippie), se produce el comercio de los primeros anticonceptivos orales y comienza la lucha feminista por la igualdad y liberación sexual de la mujer. Todo esto produjo cambios en la familia actual que se volvió más permisiva y liberal. Actualmente los jóvenes han modificado su comportamiento sexual esto en su mayoría se ve reflejado en la “disminución de la edad mínima de iniciación sexual.
     Precoz desarrollo físico y psicológico: El índice de la edad de la menarquia (primera menstruación) se ha ido adelantando con el tiempo, al igual que el crecimiento del vello púbico en los hombres y mujeres, y el desarrollo del busto, entre otros; algunos consideran que esto se debe al tipo de nutrición que tengan los niños o la carga genética que tenga de sus padres. El precoz desarrollo psicológico está relacionado con los tipos de influencia que el joven ha recibido anteriormente.
     Precaria educación sexual: cuando los jóvenes no reciben este tipo de educación es sus casas al menos deberían recibirla de sus colegios, pero en muchos de estos no se ha implementado aun la educación sexual en sus programas de estudio, esto lleva a la incertidumbres los jóvenes, y a la vez genera la creación de mitos, provocando que a veces los jóvenes inicien una vida sexual de forma irresponsable.
     Sexualización temprana: está directamente relacionado, con el precoz desarrollo físico y psicológico de los jóvenes, lo que .los lleva a tener actitudes o comportamientos de índole sexual que no están relacionados con su edad.
     Desde el desarrollo físico/biológico es por demás evidente que las hormonas juegan un papel central en el mundo femenino. Desde las ojeras que aparecen cada mes durante muchos años, hasta los malos humores que suben y bajan asociados a menstruación, embarazo, menopausia y puntos intermedios. El inicio de esta influencia, se da generalmente entre los 11 y 13 años, aunque, para sorpresa de muchos la maduración sexual del cuerpo femenino puede iniciar incluso a los siete años.
Otras causas de la sexualidad precoz:
     Falta de afecto: en las relaciones familiares influyen directamente en la agresividad e insensibilidad de niños y adolescentes.
     Pobreza: la prostitución infantil se da principalmente en la pobreza extrema de algunas zonas de países desarrollados y subdesarrollados.    
      Despreocupación de padres: otros presuponen que los hijos son demasiado chicos o bien que no tienen interés en el tema porque no lo demostraron o porque no hicieron preguntas al respecto. Los padres suponen que esta falta de interés aparente significa que el niño no está listo, o aun peor, que no necesita información.
      Falta de concientización juvenil: la concientización juvenil, está muy debilitada con respecto a los valores morales que posee cada ser humano, tiene la información de cómo prevenir embarazos y enfermedades de transmisión sexual, pero hacen caso omiso a toda advertencia. Fuente:
     Poca comunicación familiar: la familia agente primario de la educación sexual. Ha sido siempre doctrina y praxis de la Iglesia el considerar a la familia como el primer ambiente educativo de la persona humana.

Consecuencia o Efecto

     Prostitución infantil: se presta el servicio sexual por un infante a cambio de pago, los factores son las necesidades económicas en el hogar, la huida de casa y la búsqueda de auto sustento, la drogadicción, la explotación por parte de un proxeneta.
     Embarazo no deseado: se puede convertir en una tragedia .Las jóvenes corren el doble riesgo de experimentar anemia, preclamsia y complicaciones en el parto, así como un mayor riesgo de mortalidad propia durante el mismo. Por otra parte, la relación coital y el embarazo precoz se suelen asociar con el cáncer cervical y las complicaciones uterinas.
     Aumento de abortos: dentro de las mujeres penalizadas por práctica de abortos las más expuestas son las mujeres pobres, primero por el riesgo sanitario que conlleva el aborto clandestino y por maniobras caseras de alto riesgo. Fuente: http://www.forosalud.cl/forosalud/revista/uploaded/abortoenchile.htm
     Enfermedades de transmisión sexual: Las enfermedades de transmisión sexual son un conjunto de padecimientos infectocontagiosos. Las principales vías de transmisión son la mucosa de la boca, los órganos genitales y el ano durante la relación coital.
     Traumas sexuales (Físicos- Mentales (bisexuales- homosexuales)): Declive del status socioeconómico. Problemas sexuales crecientes. Propensión a percibir a sus parejas como poco cariñosas e hipercontroladores.

     La bisexualidad: en la sexualidad humana, hace referencia al deseo romántico o sexual hacia personas de ambos sexos
     La homosexualidad: es una orientación sexual y se define como la interacción sexual y/o atracción romántica hacia individuos del mismo sexo.
     Las consecuencias que se pueden derivar respecto de la sexualidad precoz son variadas, ya que es un problema que afecta en todo ámbito de la persona humana.
     Por un lado tenemos que la inmadurez de los jóvenes provoca una irresponsabilidad sexual, la que se traduce en el contagio de enfermedades venéreas y en embarazos no deseados; que afectan principalmente a las mujeres en el sentido de recibir un rechazo por parte de la sociedad. En algunas ocasiones, estos embarazos derivan en abortos o en una paternidad irresponsable, también producto de la inmadurez.
     Por otro lado; el desenfreno sexual, como la promiscuidad, produce una deformación de los conceptos de libertad (libertinaje), dignidad y respeto; que son vitales para establecer relaciones de pareja maduras.
     Finalmente, es así como se llega a problemas en la vida sexual futura, como las enfermedades venéreas; algunas de las más conocidas como el SIDA, la Sífilis y la Gonorrea.

Como prevenir  la sexualidad precoz



     
Papel de la familia:
     “Entendemos la sexualidad precoz como la prematura conducta sexual sin estar mentalmente preparado, esto es un desajuste mente-cuerpo que lleva a una exagerada conducta pseudo adulta sexual”, explicó la sexóloga Margarita Ariza Vélez.
     Una función importante de los padres es hablarles a los niños acerca del amor, la intimidad y el sexo. ¿Por qué? Pues son ellos los encargados de crear la base con la que sus hijos posteriormente iniciarán su vida sexual.
     “La responsabilidad no debe relegarse a los colegios, ellos constituyen solo un apoyo que, aunque es fundamental, no es suficiente y sólo puede servir de complemento a la información que los padres brindan en el hogar”, (Margarita Ariza Vélez.)   
     Asimismo aseguró: “Los niños y adolescentes necesitan información y dirección de sus padres para ayudarlos a tomar decisiones saludables y apropiadas con respecto a su comportamiento sexual, ya que muy comúnmente están confundidos y estimulados en exceso por la escasa e inexacta información que reciben desde los medios de comunicación y a menudo de sus amigos”.
     Es importante que aprendan por medio de la educación sexual en familia las consecuencias de su sexualidad; el embarazo precoz, las enfermedades de transmisión sexual y también el valor que tiene su dignidad y el respeto por su cuerpo y el de los demás.
     La sicóloga Chiquinquirá Blandón, (Colombia), quien aconseja que los padres estén atentos a sus necesidades. “Esa soledad de los jóvenes acompañada de un computador se vuelve una bomba de tiempo. Muchos inician precozmente por el acceso libre a la pornografía en Internet y a chats con otras personas”.
     En ocasiones, cuando los padres se sienten incapaces de abordar cierto tema que, sin embargo, les parece necesario que sus hijos conozcan, conviene que dejen claro ante sus hijos que les resulta imposible hacerlo. Ahora bien, como el padre o la madre reconocen la necesidad de tratarlo, puede proponer que otras personas cercanas, como un orientador u otro pariente, los ayuden. Sin duda, esto tiene mejores efectos que evadir el asunto, o reprimir a los hijos cuando hacen preguntas sobre sexualidad.
     Los docentes, por su parte, suelen pensar que la tarea de orientar a los alumnos en cuestiones sexuales no es responsabilidad suya, por tratarse de cosas íntimas; por esta razón las dejan de lado y no hablan de ellas. (Publicado en educación de la sexualidad y salud sexual y reproductiva, guía para docentes)
     El docente a veces se pregunta si realmente es su labor orientar en ese aspecto o si se estará metiendo en un terreno que no le corresponde. Los padres esperan que en la escuela se les dé orientación a sus hijos, y si los profesores dan por sentado que esa tarea corresponde a los progenitores, el resultado final es simplemente la ausencia de educación de la sexualidad.
     La situación descrita provoca que el recurso más buscado por los jóvenes y adolescentes sean las charlas entre amigos y la experiencia personal directa, opciones que propician la difusión de mitos, tabúes e información poco confiable. Sin embargo, está claro que la educación de la sexualidad es una tarea que también debe asumir el docente, complementaria con la adquirida en el seno de la familia. La educación de la sexualidad impartida en la escuela responde a una planificación de objetivos y temas, pero los principios de respeto, de facilitador de la comunicación, usados en el hogar, siguen vigentes.
     La Educación Sexual adecuada y eficaz de los adultos debería ser permanente, ya que serán ellos quienes trabajen permanentemente con los chicos y les transmitirán sus ideas y sentimientos, quieran o no. Es imprescindible que los docentes se capaciten para poder comprender y abordar los temas sexuales cotidianos.
     El objetivo principal de la Educación Sexual es lograr que cada persona integre de un modo armónico y positivo su dimensión sexual dentro del conjunto de su personalidad y de sus relaciones, y que ésta sea un factor de crecimiento, maduración y bienestar. En este sentido la educación apunta a la prevención de la enfermedad y promoción de la salud.
     Los objetivos generales de la Educación Sexual incluyen la adquisición de conocimientos, el estímulo de la solidaridad, el respeto y el afecto, la estructuración sana de la identidad, la formación de un sistema de valores sexuales que permita la libertad y la coherencia en las conductas cotidianas, el aprendizaje de acciones determinadas para la prevención y el abordaje de graves problemas como la violencia, el abuso y la explotación sexual infantil.
     Impartir Educación Sexual es complicado pero no es imposible. Sólo es cuestión de proponérselo para saber qué hacer cuando las dificultades se presenten y para que la Escuela deje de ser sólo un testigo y pase a ser un mediador en el aprendizaje de la sexualidad, dentro del marco de la educación para la salud y de una adecuada calidad de vida.

BIBLIOGRAFÍA
Fondo de población de las Naciones Unidas (UNFPA) :  EDUCACIÓN DE LA SEXUALIDADY SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA (2010), guía para docentes. Caracas Venezuela


viernes, 15 de julio de 2016

Adicción al sexo







Adicción al sexo

     El tema adicción al sexo, me parece muy interesante conocerlo, ya que muchas veces no se conoce esta como tal, y el objetivo es tratar sobre aquellos temas que sean capaces de afectar nuestra vida personal y en general.
     “Una adicción es la pérdida de control o la incapacidad que tiene una persona para frenarse de hacer algo. A la larga, ese algo le trae consecuencias negativas”. Así define este tipo de conductas el psicólogo Roberto Sanz, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid.
     Hablando de sexo, el especialista asegura que es muy fácil volverse adicto, pues representa placer y genera una reducción importante de la ansiedad, la cual puede ser reflejo de una educación sexual enfocada hacia lo negativo.
     La publicidad y los medios de comunicación utilizan cada vez más la sensualidad como gancho para atraer audiencia y que, gracias al Internet, se tiene acceso inmediato a la pornografía.
     La adicción al sexo o sexo compulsivo (también conocida como ‘donjuanismo’) se describe a un conjunto de conductas con formato repetido y de carácter compulsivo dirigidas a mantener relaciones sexuales, habitualmente con diferentes parejas, con el fin de satisfacer un intenso y frecuente deseo sexual. Se calcula que un 6% de la población puede sufrir este trastorno.
     Pero, ¿te has preguntado alguna vez “cuánta cantidad de sexo” es normal tener al cabo de una semana? No existe ninguna cifra que pueda responder de forma certera a este interrogante, ya que la frecuencia adecuada de las relaciones sexuales no las marca nadie más que la pareja. Lo que sí está claro es que, cuando el deseo de mantener relaciones sexuales es demasiado frecuente y la búsqueda de satisfacción del mismo ocupa gran parte del día a día, o interfiere de forma significativa trayendo consigo consecuencias negativas, es muy probable que hablemos de adicción al sexo.
     La adicción al sexo es una de las adicciones más negadas en nuestra cultura. Muchas veces se racionaliza la conducta compulsiva sexual, especialmente la masculina, esperando con esto minimizarla o diluir el sufrimiento que se produce en una persona o una familia donde existe la adicción sexual.
     No toda desviación sexual es una adicción, pero el uso del sexo como sustituto de las relaciones sanas con los demás, es un síntoma del desorden adictivo sexual.
     La adicción sexual se manifiesta, tal como la hacen otras adicciones, a través de un patrón de descontrol en la conducta sexual, alternados con períodos de relativa calma.
      La negación, racionalización, justificación y el sistema delusional completo es muy similar al de otras adicciones, y además forma parte del desorden.
      Los cambios en el estado de ánimo son frecuentes en el adicto sexual y esto hace cada vez más difícil la comunicación con los que lo rodean. Sumado a la desconfianza creciente de parte de su familia por las constantes y repetidas decepciones hacen la convivencia muy dolorosa y tensionada.
     La familia del adicto sexual sufre mucho por el impacto de esta adicción, especialmente las esposas y esposos de adictos o adictas sexuales y sus hijos, quienes muchas veces repiten la cadena de adicción en sus propias vidas adultas.

Causas de la adicción al sexo


     La adicción al sexo es un trastorno que tiene diversas causas. Estudios recientes han encontrado algunos trastornos que comparten ciertas características con la adicción al sexo. Estos son el trastorno dismórfico corporal, el juego patológico y las compulsiones sexuales, agrupándose en la categoría de ‘trastornos del espectro obsesivo-compulsivo’.
     Los aspectos que tienen en común nos dan pistas acerca del origen de esta patología: afectan a un porcentaje considerablemente elevado de la población (6%), presentan una edad temprana de inicio, el curso es crónico y responden adecuadamente al tratamiento con inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS).
     A nivel ambiental se han encontrado factores implicados en el desarrollo de la adicción al sexo, como es el caso del fracaso social, la existencia de una familia de origen problemática, desestructurada o con abusos infantiles.

     Finalmente, hay personas que presentan en su personalidad rasgos inclinados a la “búsqueda de sensaciones”, algo que puede facilitar el desarrollo de adicciones -como es el caso de la adicción al sexo-, cuando esta característica es mal gestionada por parte de la persona que la presenta.
     Unos investigadores del Instituto Semel de Neurociencias y Comportamiento Humano de la Universidad de California en Los ángeles (UCLA), Estados Unidos, lograron medir el comportamiento del cerebro en las personas hipersexuales, o sea, las que tienen dificultad para controlarse cuando ven imágenes sexuales. Ellos han determinado que la respuesta del cerebro en esos casos no se relacionaba con la severidad de su hipersexualidad.
     Según los investigadores, si hubiera adicción al sexo, la respuesta del cerebro a los estímulos sexuales visuales debería ser mucho mayor, similar a la que experimentan los cerebros de las personas adictas a la cocaína al ver a las imágenes de la droga, tal como se ha demostrado en varios estudios.

Perfil de la persona adicta al sexo


     Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo desagradables como el estrés o la depresión. Además, estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática. "Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla", explica Rory Reid, uno de los autores del trabajo, que se publica en la revista Journal of Sexual Medicine.
     Los investigadores comprobaron la eficacia de sus criterios a la hora de diagnosticar adicciones sexuales en más de 200 personas con distintos problemas de salud mental, y consiguieron diagnosticar correctamente al 88 por ciento de los pacientes. Además, encontraron que la mayoría de individuos con desorden hipersexual sufrían las consecuencias de su enfermedad: el 17 por ciento había perdido su empleo al menos una vez, el 39 por ciento había finalizado una relación sentimental y el 28 por ciento había contraído alguna enfermedad de transmisión sexual. "Las personas que manifiestan los síntomas de la enfermedad experimentan las secuelas en su vida diaria", explica Reid. La conducta hipersexual se relaciona con una mayor perturbación emocional, impulsividad e incapacidad para manejar el estrés".
     El adicto al sexo se define por su comportamiento, el cual es fruto de sus deseos. De forma general, la persona adicta al sexo mantiene una actividad sexual excesiva, habitualmente promiscua e incontrolada. Además, suele presentar las siguientes características:
Varón joven (en el caso de las mujeres recibe el nombre de ‘ninfomanía’).
Problemas de control de impulsos, falta de concentración, etcétera. La satisfacción sólo la obtienen en el momento, sintiéndose posteriormente culpables por haber mantenido la relación.
Persistente en su conducta a pesar de las consecuencias negativas.
Tienen pensamientos sobre temas sexuales casi de forma constante y de manera intrusiva.
No es capaz de controlar su impulso sexual.
Promiscuo, su conducta sexual es ocultada mediante engaños, mentiras.
Frecuentemente recurre a la masturbación, encuentros con desconocidos, cibersexo, pornografía, prostitución…
El tiempo dedicado a la búsqueda de sexo le puede llevar al aislamiento, además de traerle problemas económicos y familiares.
Baja autoestima.
Presenta malestar similar al síndrome de abstinencia cuando no consigue mantener relaciones sexuales.

 Prevención de la adicción sexual

     Es importante trabajar ciertas variables de personalidad que pueden aumentar la posibilidad de que la persona sufra este u otro tipo de adicciones. En este sentido, es importante disponer de unas adecuadas dosis de asertividad, autoestima, tolerancia a la frustración, etcétera para poder prevenir la adicción al sexo u otro tipo de adicción. Para lograrlo, es importante entrenar a las personas vulnerables (aquellas con baja autoestima, sumisas, pasivas…) en técnicas asertivas que reduzcan la dificultad de mantener relaciones interpersonales adecuadas, así como en técnicas de gestión emocional que les permitan reducir sus propios impulsos.
     Todo ello, se puede hacer mediante talleres psico-educativos sin necesidad de recibir una psicoterapia.
     Al mismo tiempo, conocer las características de personalidad de una persona adicta al sexo pueden alertar al paciente sobre el inicio del problema.
     Cuando el problema comienza a surgir, al igual que en cualquier adicción y comportamiento compulsivo, la prevención del mismo se entremezcla con su intervención temprana, dirigida a evitar que se instaure la relación sexual como la única manera para gestionar el malestar de la persona afectada por esta adicción.
    Para ello, es importante enseñarle otras estrategias alternativas, que dependerán de los motivos que llevan al paciente a aumentar su deseo sexual y mantener una relación sexual. Por ejemplo, existen pacientes que refieren sentir deseo sexual intenso cuando han discutido o cuando se encuentran ante una situación de estrés importante. El tratamiento consiste aquí en que, una vez el paciente ha identificado las sensaciones que le indican que está experimentando dicha emoción (ira o estrés) busque una estrategia de resolución alternativa más eficaz que el mantener una relación sexual (por ejemplo hablar con alguien, salir a pasear, hacer deporte, dedicar el tiempo a alguna otra actividad que le demande su atención, etcétera).
BIBLIOGRAFIA