Relaciones
en el adulto mayor: Relaciones sociales.
Las
relaciones sociales es un elemento necesario para la calidad de vida de las
personas de la tercera edad, las personas que se mantienen con la pareja de
muchos años probablemente mantengan las relaciones sociales de la adultez
mediana. Los hombre son más vulnerables, ya que sufren el gran cambio al llegar
a la jubilación, posiblemente al perder el rol laboral, por sentirse inactivo y
el error de concepto de que sólo el sujeto activo puede sentirse satisfecho,
hacen que estas relaciones disminuyan.
Existen
diferentes variables que determinan que la persona mayor. Perciba una mayor o
menor posibilidad de relaciones sociales. En la variable dad, el grupo que
mayor porcentaje obtiene es el de más de 75 años.
El
síndrome del nido vacío, y las posibles malas relaciones con los hijos pueden
influir en el aislamiento del adulto mayor.
Es
importante que él mismo independientemente del sexo, se sienta identificado con
las actividades de ocio y tiempo libre a realizar, sin caer en estereotipos
negativos. La lectura, las actividades deportivas de bajo impacto, reuniones en
clubes para miembros de la tercera edad, viajes, entre otras actividades
propias para distraerse, sentirse dinámico y
útil.
Abuelidad
El
término abuelidad proviene de un neologismo creado en 1977 por la médica
argentina Paulina Redler para dar cuenta de la organización que incluyera, en
la estructuración psíquica individual y familiar, la figura del abuelo; lo cual
recibió así mismo el nombre de abuelitud.
El
rol de la abuelidad se vincula con la transmisión del conocimiento generacional
del pasado y de los orígenes, a la vez que, al mantener una relación con los
nietos menos tensada por las relaciones de autoridad que estos mantienen con
sus padres, los abuelos se hayan en excelentes condiciones para atender a sus
nietos ante la ausencia de los padres. Juegan de este modo una función esencial
en el proceso de transmisión intergeneracional; proceso ligado estrechamente al
de la construcción de la identidad.
Ajustes de la personalidad a la jubilación
La
jubilación es la acción o efecto de jubilar o jubilarse que sucede
aproximadamente a los 65-67 años; pero, aunque obedece a un término
socioeconómico relacionado con la vida laboral, también tiene implicaciones en
otros ámbitos de la vida de la persona: psicológico, afectivo, relacional,
existencial, etc. (Lourdes Bermejo, 2006).
Sin
embargo, para el jubilado, una de las principales consecuencias iniciales es la
toma de conciencia del envejecimiento (Buendía, 1994). Los estereotipos
asociados a la vejez (falto de valor, feo e inservible) dañan la autoimagen y
la autoestima de la persona que hasta el momento se consideraban como útiles y
válidos para la sociedad. La propia autoestima de la persona determinará la
imagen, las emociones, los deseos y los objetivos que marcarán la jubilación de
la persona (Buendía, 1993).
El concepto de autonomía funcional, de
acuerdo el Grupo de Desarrollo Latino Americano para la Madurez (GDLAM), abarca
tres aspectos: autonomía de acción que refiere a la noción de independencia física;
autonomía de la voluntad que refiere la posibilidad de la libre determinación;
y autonomía de pensamiento que permite a la persona juzgar cualquier situación
(Dantas EHM, 2004).
Cabe
señalar que estudios científicos, han señalado: Un estilo de vida sedentario es responsable
de provocar daño al organismo (Money et. al 2008) y asociado al envejecimiento
disminuir el desempeño motor y predispone al adulto mayor a tener menor
autonomía funcional en actividades de la vida diaria tales como caminar, subir
escaleras, levantarse de una silla de forma exitosa sin auxilio de una persona
o aparato continuando con sus relaciones sociales y manteniendo su función
cognitiva. (Dantas EH, 2004, Molt et. al 2010).
El
ejercicio mejora las capacidades físicas en el adulto mayor dándole mejor
desempeño al realizar las actividades físicas con menos esfuerzo, permitiéndole
ser mas autosuficiente para realizar las actividades de la vida diaria (AVD)
(Gonçalves LH, 2010, Singh AS, 2006). El ejercicio físico ha sido ampliamente
recomendado para el adulto mayor (Nelson ME, 2007), ya que se ha demostrado en
estudios experimentales los beneficios de la práctica del ejercicio en la
autonomía funcional y a su vez mejorando capacidades físicas como la fuerza (da
Silva JG, 2009).
Pensamientos
y temores relativos a la muerte. Manera de afrontar la
propia muerte.
Otro de los aspectos a tratar en el envejecimiento como proceso es la
muerte; en la vejes ésta se hace presente a través del fallecimiento de los
seres queridos (amigos, familiares, parejas) y da lugar a que sea un tema más
próximo y tangible que en generaciones anteriores.
Diferentes sentimientos y emociones como el miedo, la angustia, y la
influencia de factores culturales tendrán su implicación en la gestación de
este concepto en ancianos, parece evidente que a pesar de hay que prestar
atención al análisis de las variaciones motivadas por los contextos culturales,
( ya que cada sociedad y su marco cultural tiene una manera idiosincrática de
entender la vejez, la vida y la muerte), existe un nexo común en las actitudes
del anciano ante la muerte (ya sea propia o ajena), que consiste en la
constatación de que disponen de los recursos personales y de las experiencias
previas necesarias para afrontar exitosamente un proceso de morir ( Rivera,
2007).
La
conciencia de la finitud de las cosas y de sí mismo podría facilitarle al
anciano adoptar posturas más o menos estoicas. Frecuentemente esto ocurre así,
pero en algunas circunstancias, por ejemplo de marginación social y familiar,
le hace sentir cada muerte de otro como una nueva experiencia sobre el fin de
la vida y le pone de manifiesto un empobrecimiento progresivo y sus menores
conexiones con los hechos afectivos y biológicos de la vida.
Por
lo tanto lo más angustiante para anciano es la pérdida y la muerte. Esa pérdida
supone un grado y características determinadas por el monto de pertenencias
afectivas, tanto sociales como familiares, relacionadas con la repercusión que
ella pueda tener en la satisfacción de necesidades objetivas y subjetivas del
anciano.
Bibliografía
http://www.efdeportes.com/efd159/autonomia-funcional-en-el-adulto-mayor.htm
https://preventiva.wordpress.com/2012/07/16/inmovilidad-en-el-anciano/
http://escuela.med.puc.cl/publ/manualgeriatria/PDF/PresentacionEnfermedad.pdf
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