sábado, 17 de octubre de 2015

EL adulto mayor

Relaciones  en  el  adulto  mayor: Relaciones  sociales.
     Las relaciones sociales es un elemento necesario para la calidad de vida de las personas de la tercera edad, las personas que se mantienen con la pareja de muchos años probablemente mantengan las relaciones sociales de la adultez mediana. Los hombre son más vulnerables, ya que sufren el gran cambio al llegar a la jubilación, posiblemente al perder el rol laboral, por sentirse inactivo y el error de concepto de que sólo el sujeto activo puede sentirse satisfecho, hacen que estas relaciones disminuyan.
     Existen diferentes variables que determinan que la persona mayor. Perciba una mayor o menor posibilidad de relaciones sociales. En la variable dad, el grupo que mayor porcentaje obtiene es el de más de 75 años.
     El síndrome del nido vacío, y las posibles malas relaciones con los hijos pueden influir en el aislamiento del adulto mayor.
     Es importante que él mismo independientemente del sexo, se sienta identificado con las actividades de ocio y tiempo libre a realizar, sin caer en estereotipos negativos. La lectura, las actividades deportivas de bajo impacto, reuniones en clubes para miembros de la tercera edad, viajes, entre otras actividades propias para distraerse, sentirse dinámico y  útil.
Abuelidad
     El término abuelidad proviene de un neologismo creado en 1977 por la médica argentina Paulina Redler para dar cuenta de la organización que incluyera, en la estructuración psíquica individual y familiar, la figura del abuelo; lo cual recibió así mismo el nombre de abuelitud.
     El rol de la abuelidad se vincula con la transmisión del conocimiento generacional del pasado y de los orígenes, a la vez que, al mantener una relación con los nietos menos tensada por las relaciones de autoridad que estos mantienen con sus padres, los abuelos se hayan en excelentes condiciones para atender a sus nietos ante la ausencia de los padres. Juegan de este modo una función esencial en el proceso de transmisión intergeneracional; proceso ligado estrechamente al de la construcción de la identidad.
     Ajustes de la personalidad a la jubilación
     La jubilación es la acción o efecto de jubilar o jubilarse que sucede aproximadamente a los 65-67 años; pero, aunque obedece a un término socioeconómico relacionado con la vida laboral, también tiene implicaciones en otros ámbitos de la vida de la persona: psicológico, afectivo, relacional, existencial, etc. (Lourdes Bermejo, 2006).
     Sin embargo, para el jubilado, una de las principales consecuencias iniciales es la toma de conciencia del envejecimiento (Buendía, 1994). Los estereotipos asociados a la vejez (falto de valor, feo e inservible) dañan la autoimagen y la autoestima de la persona que hasta el momento se consideraban como útiles y válidos para la sociedad. La propia autoestima de la persona determinará la imagen, las emociones, los deseos y los objetivos que marcarán la jubilación de la persona (Buendía, 1993).
           El concepto de autonomía funcional, de acuerdo el Grupo de Desarrollo Latino Americano para la Madurez (GDLAM), abarca tres aspectos: autonomía de acción que refiere a la noción de independencia física; autonomía de la voluntad que refiere la posibilidad de la libre determinación; y autonomía de pensamiento que permite a la persona juzgar cualquier situación (Dantas EHM, 2004).
     Cabe señalar que estudios científicos, han señalado: Un estilo de vida sedentario es responsable de provocar daño al organismo (Money et. al 2008) y asociado al envejecimiento disminuir el desempeño motor y predispone al adulto mayor a tener menor autonomía funcional en actividades de la vida diaria tales como caminar, subir escaleras, levantarse de una silla de forma exitosa sin auxilio de una persona o aparato continuando con sus relaciones sociales y manteniendo su función cognitiva. (Dantas EH, 2004, Molt et. al 2010). 
     El ejercicio mejora las capacidades físicas en el adulto mayor dándole mejor desempeño al realizar las actividades físicas con menos esfuerzo, permitiéndole ser mas autosuficiente para realizar las actividades de la vida diaria (AVD) (Gonçalves LH, 2010, Singh AS, 2006). El ejercicio físico ha sido ampliamente recomendado para el adulto mayor (Nelson ME, 2007), ya que se ha demostrado en estudios experimentales los beneficios de la práctica del ejercicio en la autonomía funcional y a su vez mejorando capacidades físicas como la fuerza (da Silva JG, 2009).
Pensamientos y temores relativos a la muerte. Manera de  afrontar  la  propia  muerte.
      Otro de los aspectos a tratar en el envejecimiento como proceso es la muerte; en la vejes ésta se hace presente a través del fallecimiento de los seres queridos (amigos, familiares, parejas) y da lugar a que sea un tema más próximo y tangible que en generaciones anteriores.
     Diferentes sentimientos y emociones como el miedo, la angustia, y la influencia de factores culturales tendrán su implicación en la gestación de este concepto en ancianos, parece evidente que a pesar de hay que prestar atención al análisis de las variaciones motivadas por los contextos culturales, ( ya que cada sociedad y su marco cultural tiene una manera idiosincrática de entender la vejez, la vida y la muerte), existe un nexo común en las actitudes del anciano ante la muerte (ya sea propia o ajena), que consiste en la constatación de que disponen de los recursos personales y de las experiencias previas necesarias para afrontar exitosamente un proceso de morir ( Rivera, 2007).
       La conciencia de la finitud de las cosas y de sí mismo podría facilitarle al anciano adoptar posturas más o menos estoicas. Frecuentemente esto ocurre así, pero en algunas circunstancias, por ejemplo de marginación social y familiar, le hace sentir cada muerte de otro como una nueva experiencia sobre el fin de la vida y le pone de manifiesto un empobrecimiento progresivo y sus menores conexiones con los hechos afectivos y biológicos de la vida.
      Por lo tanto lo más angustiante para anciano es la pérdida y la muerte. Esa pérdida supone un grado y características determinadas por el monto de pertenencias afectivas, tanto sociales como familiares, relacionadas con la repercusión que ella pueda tener en la satisfacción de necesidades objetivas y subjetivas del anciano.

Bibliografía
http://www.efdeportes.com/efd159/autonomia-funcional-en-el-adulto-mayor.htm
https://preventiva.wordpress.com/2012/07/16/inmovilidad-en-el-anciano/

http://escuela.med.puc.cl/publ/manualgeriatria/PDF/PresentacionEnfermedad.pdf

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