sábado, 20 de febrero de 2016

Importancia de la espiritualidad en la persona

     
     Considero importante tratar este tema porque forma parte de nuestra integridad, nuestra existencia está llena de diferentes experiencias y conflictos,  que nos obliga a dar respuestas y soluciones, incluso para entender algunas facetas y acontecimientos de la vida, como la muerte, la enfermedad, entre otras cosas, que muchas veces no podemos afrontar solos,  que nos obliga a tener una especie de guía compañera que nos permita confrontar el día a día, tener ese dialogo interno con el ser superior a uno mismo, esto es  la espiritualidad. Se puede afirmar que desde que existe el ser humano, está la espiritualidad.
     El concepto de espiritualidad, se refiere al vínculo entre el ser humano y Dios o una divinidad. La religión suele ser el vínculo que permite desarrollar esta relación. Puede expresarse que los sacerdotes, los pastores y diversos gurúes, hablan de espiritualidad cuando tratan asuntos religiosos.  Sin embargo, no hace falta, de todas formas, adherirse a una religión determinada o seguir a una institución religiosa para desarrollar la espiritualidad.
    El vínculo entre el hombre   y Dios puede ser personal e íntimo, sin manifestaciones exteriores ni rituales.
     Hay espiritualidad donde brillan la compasión, la entrega generosa, la tolerancia y la paz interior. Una persona espiritual se abstiene de juzgar, discriminar, manipular, odiar o maltratar.
   Espiritualidad es la conciencia de Dios en ti, es amor puro, es el Reino de Dios en tu alma y en tu vida.
     Cada individuo tiene que redescubrirse constantemente y hacerse y rehacerse a medida que vaya por la vida.
     La espiritualidad es una parte importante de este proceso ya que nos ayuda a construir la estructura de lo que somos. Cuando nos adherimos más a nuestra espiritualidad, mejoramos nuestra relación con los demás y con el mundo. Ya sea en la búsqueda de la espiritualidad mediante una religión o siguiendo su propia fe, la forma en que usted se conecte con los demás y con el mundo a su alrededor son una parte importante en el desarrollo de su espiritualidad. 
     El estilo de vida espiritual lo constituye tres intereses principales: intereses acerca de uno mismo, las relaciones y el tiempo.
     Las personas espirituales están abocadas a experimentar un sentido profundo de unidad. Llegan a entender y experimentar el hecho de que los seres humanos, en su verdadera esencia, son una sola e indivisible realidad.
     Comprenden que las diversas dimensiones de su ser físicas, emocionales, intelectuales y espirituales no son sino aspectos de su unidad fundamental. Saben que en la entraña de su realidad reside una naturaleza noble y espiritual, la cual trasciende e incorpora los diversos tipos de existencia, la cual conecta a la humanidad con el reino de las realidades espirituales.
     Este núcleo se halla, al principio, en un estado de potencialidad y se manifiesta sólo si realizamos el esfuerzo coordinado de elevarnos a niveles superiores de crecimiento y madurez sirviéndonos de nuestro propio conocimiento, amor y voluntad, a la luz de la razón y de la ciencia, junto con los valores espirituales de la verdad, unidad y servicio.
     Además, dentro del marco de estilo de vida espiritual, nos volvemos conscientes de nuestra unidad fundamental con los demás seres humanos, unidad que una vez realizada nos dota de una visión universal, un amor incondicional y un deseo continuado de servir a toda la humanidad.
     Si el espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo sino la muerte como ausencia de relación. En este sentido, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la expansión de la vida, la relación consciente, la comunión abierta, la subjetividad profunda y la trascendencia como modo de ser, siempre dispuesto a nuevas experiencias y a nuevos conocimientos.
     Los neurobiólogos y estudiosos del cerebro han identificado la base biológica de la espiritualidad; se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro. Descubrieron empíricamente que siempre que se captan los contextos más globales o se produce una experiencia significativa de totalidad o también cuando que se abordan de forma existencial (no como objeto de estudio) realidades últimas cargadas de sentido, y se producen actitudes de adoración, devoción y respeto, hay una aceleración de las vibraciones periódicas de las neuronas localizadas allí. A este fenómeno lo llamaron el «punto Dios» en el cerebro o la aparición de la «mente mística» (Zohar, SQ: Inteligencia Espiritual, 2004). Es como un órgano interior por el cual se capta la presencia de lo Inefable dentro de la realidad.
     Este hecho constituye un avance evolutivo del ser humano que, como ser humano-espíritu, percibe la Realidad Fontal sustentando todas las cosas. Se da cuenta de que sorprendentemente puede entablar un diálogo y buscar una comunión íntima con ella. Tal posibilidad lo dignifica, pues lo espiritualiza y lo conduce a un mayor grado de percepción del Enlace que conecta y reconecta todas las cosas. Se siente dentro de ese Todo.
    
     La espiritualidad en primer lugar fortalece en la persona la confianza en las energías regenerativas de la vida, en la competencia del médico/a, en el cuidado diligente del enfermero/a.
    Sabemos por la psicología profunda y la transpersonal el valor terapéutico de la confianza en el curso normal de la vida. Confianza significa básicamente decir: la vida tiene sentido, vale la pena, tiene una energía interna que la autoalimenta, es preciosa. Esta confianza pertenece a una visión espiritual del mundo.
     Pertenece también al mundo espiritual, la esperanza inalterable de que la vida no termina con la muerte, sino que se transfigura a través de ella. Nuestros sueños de regresar a la vida normal desencadenan energías positivas que favorecen a la regeneración de la vida enferma.
     Una fuerza mayor, sin embargo, es la fe de sentirse en la palma de la mano de Dios. Entregarse confiadamente a su voluntad, desear sinceramente la curación, pero también aceptar serenamente si nos llama así: esto es la presencia de la energía espiritual. Nosotros no morimos, Dios viene a buscarnos y a llevarnos a donde pertenecemos desde siempre, a su casa a convivir con Él. Tales convicciones espirituales actúan como fuentes de agua viva, generadoras de curación y de potencia de vida. Es el fruto de la espiritualidad.


La oración en la espiritualidad

     En este orden, la oración es un acto o una forma de relación con Dios en el que el ser humano ve implicado todo su ser y toda su existencia. Es más, la oración no es sólo un acto de la actitud religiosa, sino también un medio o canal por el que el Misterio se dice a sí mismo tomando la palabra.
     Como sucede con el fenómeno óptico de la difracción, que explica cómo a partir de un rayo de luz se forman franjas alternativas de luz y sombra, las dimensiones del ser humano –franjas– están transidas o penetradas por la presencia del Totalmente Otro –luz–. Esta presencia profunda de Dios en el hombre capacita a éste para el diálogo entre ambos, es decir, convierte al hombre en el orante que es capaz, tenida la experiencia del Misterio, de expresar en palabras, gestos y sentimientos el paso de Dios por su existencia. Cuando esta presencia de Dios es acogida y respetada incondicionalmente por el hombre como la presencia del Totalmente Otro, no sujeta a manipulación, se realiza la verdadera oración.

     En este sentido, la oración ciertamente constituye una dimensión fundamental de la vida cristiana. Sin la oración, la existencia humana está muerta, pues le falta la fuente misma de la vida interior. Es en la vida de oración donde el creyente se encuentra con Dios, conoce más de cerca al Señor, alimenta su interioridad y se fortalece para la vida cotidiana, para la misión apostólica. Por eso es fundamental contar por lo menos con un tiempo fuerte de oración personal durante el día, como momento privilegiado de encuentro cercano y diálogo íntimo con Dios Amor.


Beneficios que nos aporta la espiritualidad:

     Cada vez se observan más seguidores que reconocen que la espiritualidad ayuda a las personas a lidiar con enfermedades graves, como el cáncer, o bien que expresan su interés en ello.
     La mayoría de los estudios sobre la espiritualidad y las enfermedades son a escala reducida. Los datos obtenidos de estos estudios revelan que la espiritualidad puede ser una de las formas más poderosas que las personas determinan como recursos propios para sobrellevar una afección grave. Un alto nivel de espiritualidad en personas gravemente enfermas puede vincularse con una reducción de la ansiedad ante la posibilidad de la muerte.
     El Departamento de Asesoría Tecnológica de los EE. UU. Analizó los estudios que se informaron en Journal of Family Practice durante un período de 10 años. En la revisión, se descubrió que el 83 % de los estudios sobre espiritualidad revelaba un efecto positivo en la salud física.
     Un análisis de 43 estudios en pacientes diagnosticados con cáncer avanzado expresó que las personas que informaron bienestar espiritual eran capaces de lidiar mejor con la afección que padecían y de encontrar sentido a sus experiencias.
     Joaquín Márquez (2015), plantea, no se sabe con seguridad el modo en que la espiritualidad y bienestar (o salud) se relacionan. Lo que sí se tienen son las evidencias recogidas en los estudios que demuestran que el bienestar espiritual ayuda a mejorar la salud y la calidad de vida de las siguientes maneras:
     La espiritualidad ayuda en salud mental porque, si se vive a conciencia conforme los dictados de esa espiritualidad, te aporta una serie de valores como los son: amor, perdón, agradecimiento, esperanza, paz y fortaleza.
     De igual manera, ayuda a ser más sano emocionalmente.
    También da la posibilidad de tener más salud relacional e interpersonal, porque, si realmente se vive eso, la persona está mejor consigo misma y tendrá una mayor capacidad para mostrar tolerancia, respeto y amor a los demás, con lo que la salud de una familia o grupo social mejora.
     Disminuye la ansiedad, la depresión, el enojo y el malestar.
     Disminuye la sensación de aislamiento (sentirse solo) y el riesgo de suicidio.
     Disminuye el abuso de bebidas alcohólicas y medicamentos.
     Reduce la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardíacas.
     Provee un sentimiento de crecimiento personal.
     Aumenta los sentimientos positivos tales como: esperanza y optimismo.
     Proporciona una mayor satisfacción con la vida.
     Otorga una mayor sensación de paz interior.
     El bienestar espiritual también puede ayudar a vivir más.
     Reducción del estrés y la ansiedad.
     Estimulación de una perspectiva más positiva y un mayor deseo de vivir.

FUENTES DE INFORMACIÓN

http://www.monografias.com/trabajos92/espiritualidad-es-ser-espiritual-es/espiritualidad-es-ser-espiritual-es.shtml#ixzz40fbSscDN




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