Considero
importante tratar este tema porque forma parte de nuestra integridad, nuestra
existencia está llena de diferentes experiencias y conflictos, que nos obliga a dar respuestas y soluciones,
incluso para entender algunas facetas y acontecimientos de la vida, como la
muerte, la enfermedad, entre otras cosas, que muchas veces no podemos afrontar solos,
que nos obliga a tener una especie de
guía compañera que nos permita confrontar el día a día, tener ese dialogo
interno con el ser superior a uno mismo, esto es la espiritualidad. Se puede afirmar que desde
que existe el ser humano, está la espiritualidad.
El concepto de espiritualidad, se refiere
al vínculo entre el ser humano y
Dios o una divinidad. La religión suele ser el vínculo que permite
desarrollar esta relación. Puede expresarse que los sacerdotes, los pastores y
diversos gurúes, hablan de espiritualidad cuando tratan asuntos religiosos. Sin embargo, no hace falta, de todas formas,
adherirse a una religión determinada o seguir a una institución religiosa para
desarrollar la espiritualidad.
El vínculo entre el hombre y Dios
puede ser personal e íntimo, sin manifestaciones exteriores ni rituales.
Hay espiritualidad donde brillan la
compasión, la entrega generosa, la tolerancia y la paz interior. Una persona
espiritual se abstiene de juzgar, discriminar, manipular, odiar o maltratar.
Espiritualidad
es la conciencia de Dios en ti, es amor puro, es el Reino de Dios en tu alma y
en tu vida.
Cada individuo tiene que redescubrirse
constantemente y hacerse y rehacerse a medida que vaya por la vida.
La espiritualidad es una parte importante
de este proceso ya que nos ayuda a construir la estructura de lo que somos.
Cuando nos adherimos más a nuestra espiritualidad, mejoramos nuestra relación
con los demás y con el mundo. Ya sea en la búsqueda de la espiritualidad
mediante una religión o siguiendo su propia fe, la forma en que usted se
conecte con los demás y con el mundo a su alrededor son una parte importante en
el desarrollo de su espiritualidad.
El
estilo de vida espiritual lo constituye tres intereses principales: intereses
acerca de uno mismo, las relaciones y el tiempo.
Las
personas espirituales están abocadas a experimentar un sentido profundo de
unidad. Llegan a entender y experimentar el hecho de que los seres humanos, en
su verdadera esencia, son una sola e indivisible realidad.
Comprenden
que las diversas dimensiones de su ser físicas, emocionales, intelectuales y
espirituales no son sino aspectos de su unidad fundamental. Saben que en la
entraña de su realidad reside una naturaleza noble y espiritual, la cual
trasciende e incorpora los diversos tipos de existencia, la cual conecta a la
humanidad con el reino de las realidades espirituales.
Este núcleo
se halla, al principio, en un estado de potencialidad y se manifiesta sólo si
realizamos el esfuerzo coordinado de elevarnos a niveles superiores de
crecimiento y madurez sirviéndonos de nuestro propio conocimiento, amor y
voluntad, a la luz de la razón y de la ciencia, junto con los valores
espirituales de la verdad, unidad y servicio.
Además, dentro del marco de estilo de vida
espiritual, nos volvemos conscientes de nuestra unidad fundamental con los
demás seres humanos, unidad que una vez realizada nos dota de una visión
universal, un amor incondicional y un deseo continuado de servir a toda la
humanidad.
Si el
espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo sino la muerte
como ausencia de relación. En este sentido, espiritualidad es toda actitud y
actividad que favorece la expansión de la vida, la relación consciente, la
comunión abierta, la subjetividad profunda y la trascendencia como modo de ser,
siempre dispuesto a nuevas experiencias y a nuevos conocimientos.
Los
neurobiólogos y estudiosos del cerebro han identificado la base biológica de la
espiritualidad; se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro. Descubrieron
empíricamente que siempre que se captan los contextos más globales o se produce
una experiencia significativa de totalidad o también cuando que se abordan de
forma existencial (no como objeto de estudio) realidades últimas cargadas de
sentido, y se producen actitudes de adoración, devoción y respeto, hay una
aceleración de las vibraciones periódicas de las neuronas localizadas allí. A
este fenómeno lo llamaron el «punto Dios» en el cerebro o la aparición de la
«mente mística» (Zohar, SQ: Inteligencia Espiritual, 2004). Es como un órgano
interior por el cual se capta la presencia de lo Inefable dentro de la
realidad.
Este hecho
constituye un avance evolutivo del ser humano que, como ser humano-espíritu,
percibe la Realidad Fontal sustentando todas las cosas. Se da cuenta de que
sorprendentemente puede entablar un diálogo y buscar una comunión íntima con
ella. Tal posibilidad lo dignifica, pues lo espiritualiza y lo conduce a un
mayor grado de percepción del Enlace que conecta y reconecta todas las cosas.
Se siente dentro de ese Todo.
La espiritualidad en primer lugar fortalece
en la persona la confianza en las energías regenerativas de la vida, en la
competencia del médico/a, en el cuidado diligente del enfermero/a.
Sabemos por la psicología profunda y la
transpersonal el valor terapéutico de la confianza en el curso normal de la
vida. Confianza significa básicamente decir: la vida tiene sentido, vale la
pena, tiene una energía interna que la autoalimenta, es preciosa. Esta
confianza pertenece a una visión espiritual del mundo.
Pertenece
también al mundo espiritual, la esperanza inalterable de que la vida no termina
con la muerte, sino que se transfigura a través de ella. Nuestros sueños de
regresar a la vida normal desencadenan energías positivas que favorecen a la
regeneración de la vida enferma.
Una fuerza
mayor, sin embargo, es la fe de sentirse en la palma de la mano de Dios.
Entregarse confiadamente a su voluntad, desear sinceramente la curación, pero
también aceptar serenamente si nos llama así: esto es la presencia de la
energía espiritual. Nosotros no morimos, Dios viene a buscarnos y a llevarnos a
donde pertenecemos desde siempre, a su casa a convivir con Él. Tales
convicciones espirituales actúan como fuentes de agua viva, generadoras de
curación y de potencia de vida. Es el fruto de la espiritualidad.
La oración en la
espiritualidad
En este
orden, la oración es un acto o una forma de relación con Dios en el que el ser
humano ve implicado todo su ser y toda su existencia. Es más, la oración no es
sólo un acto de la actitud religiosa, sino también un medio o canal por el que
el Misterio se dice a sí mismo tomando la palabra.
Como sucede
con el fenómeno óptico de la difracción, que explica cómo a partir de un rayo
de luz se forman franjas alternativas de luz y sombra, las dimensiones del ser
humano –franjas– están transidas o penetradas por la presencia del Totalmente
Otro –luz–. Esta presencia profunda de Dios en el hombre capacita a éste para
el diálogo entre ambos, es decir, convierte al hombre en el orante que es
capaz, tenida la experiencia del Misterio, de expresar en palabras, gestos y
sentimientos el paso de Dios por su existencia. Cuando esta presencia de Dios
es acogida y respetada incondicionalmente por el hombre como la presencia del
Totalmente Otro, no sujeta a manipulación, se realiza la verdadera oración.
En este
sentido, la oración ciertamente constituye una dimensión fundamental de la vida
cristiana. Sin la oración, la existencia humana está muerta, pues le falta la
fuente misma de la vida interior. Es en la vida de oración donde el creyente se
encuentra con Dios, conoce más de cerca al Señor, alimenta su interioridad y se
fortalece para la vida cotidiana, para la misión apostólica. Por eso es
fundamental contar por lo menos con un tiempo fuerte de oración personal
durante el día, como momento privilegiado de encuentro cercano y diálogo íntimo
con Dios Amor.
Beneficios que nos
aporta la espiritualidad:
Cada vez se
observan más seguidores que reconocen que la espiritualidad ayuda a las
personas a lidiar con enfermedades graves, como el cáncer, o bien que expresan
su interés en ello.
La mayoría de los estudios sobre la
espiritualidad y las enfermedades son a escala reducida. Los datos obtenidos de
estos estudios revelan que la espiritualidad puede ser una de las formas más
poderosas que las personas determinan como recursos propios para sobrellevar
una afección grave. Un alto nivel de espiritualidad en personas gravemente
enfermas puede vincularse con una reducción de la ansiedad ante la posibilidad
de la muerte.
El
Departamento de Asesoría Tecnológica de los EE. UU. Analizó los estudios que se
informaron en Journal of Family Practice durante un período de 10 años. En la
revisión, se descubrió que el 83 % de los estudios sobre espiritualidad
revelaba un efecto positivo en la salud física.
Un análisis
de 43 estudios en pacientes diagnosticados con cáncer avanzado expresó que las
personas que informaron bienestar espiritual eran capaces de lidiar mejor con
la afección que padecían y de encontrar sentido a sus experiencias.
Joaquín
Márquez (2015), plantea, no se sabe con seguridad el modo en que la
espiritualidad y bienestar (o salud) se relacionan. Lo que sí se tienen son las
evidencias recogidas en los estudios que demuestran que el bienestar espiritual
ayuda a mejorar la salud y la calidad de vida de las siguientes maneras:
La
espiritualidad ayuda en salud mental porque, si se vive a conciencia conforme
los dictados de esa espiritualidad, te aporta una serie de valores como los
son: amor, perdón, agradecimiento, esperanza, paz y fortaleza.
De igual
manera, ayuda a ser más sano emocionalmente.
También da la posibilidad de tener más salud
relacional e interpersonal, porque, si realmente se vive eso, la persona está
mejor consigo misma y tendrá una mayor capacidad para mostrar tolerancia,
respeto y amor a los demás, con lo que la salud de una familia o grupo social
mejora.
Disminuye
la ansiedad, la depresión, el enojo y el malestar.
Disminuye
la sensación de aislamiento (sentirse solo) y el riesgo de suicidio.
Disminuye
el abuso de bebidas alcohólicas y medicamentos.
Reduce la
presión arterial y el riesgo de enfermedades cardíacas.
Provee un
sentimiento de crecimiento personal.
Aumenta los
sentimientos positivos tales como: esperanza y optimismo.
Proporciona
una mayor satisfacción con la vida.
Otorga una
mayor sensación de paz interior.
El
bienestar espiritual también puede ayudar a vivir más.
Reducción
del estrés y la ansiedad.
Estimulación
de una perspectiva más positiva y un mayor deseo de vivir.
FUENTES DE
INFORMACIÓN
http://www.monografias.com/trabajos92/espiritualidad-es-ser-espiritual-es/espiritualidad-es-ser-espiritual-es.shtml#ixzz40fbSscDN
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