VÍNCULOS DE PAREJAS
En toda relación se espera que ambos
miembros de la pareja se brinden afectos el uno al otro, cuidados que se
fortalecen especialmente en tiempos de crisis o de dificultades, además de
plantear, de tener la capacidad de reconocer cuando su pareja necesita esta
ayuda y proporcionársela, siendo además amoroso y respetuoso de la verdad de
este otro, aceptándolo en toda su gama de ser y sentir, con aceptación y
flexibilidad. Esta capacidad de dar cuidados, implica ser una figura de apego
segura para la pareja, ser una fuente de confort, permitiendo al otro volverse
hacia su pareja en tiempos de crisis. La importancia de esta habilidad, es que
se desarrolla cuando el sujeto ha experimentado cuidados en su primera
infancia, es decir, que estos adultos de niños tuvieron un cuidador sensible,
que respondía a sus necesidades.
En cambio, si el sujeto que brinda el
cuidado vivenció experiencias negativas en su niñez, tendrá mayores
probabilidades de ser poco sensitivo (Moreno 2002).
De este modo, es más aceptable
una explicación de los estilos de amar y de relacionarse, esto es, en el amar a
una pareja se involucran las habilidades de modular las emociones, la
estabilidad, además del componente fisiológico. En otras palabras, para que
haya una relación amorosa recíproca, se necesitan dos sujetos separados con
capacidades autónomas y deseos de hacer contacto y honrar las diferencias entre
ellos. Para que esto suceda, se requiere confianza en la pareja, confianza que
no se perderá si hay un evento de separación, situación que es favorecida
cuando los sujetos mantienen un apego seguro, ya que los sujetos que se crían
de manera segura, manifiestan mayor autonomía que los inseguros, pueden
mantener o reconocer sus propios límites con mayor facilidad en etapas de la
adolescencia, lo que sería favorable para sus relaciones de pareja posterior
(Moreno. 2002).
En toda relación sentimental se involucra necesariamente un tipo de vínculo
más cercano, se debe comenzar entonces por el contacto, el encanto y el interés
que ese otro provoca en su conquistado/a, para que estos ítems sean efectivos
en esta nueva relación romántica que se forma, se debe comprender el sistema de
apego individual, comportamiento biológico que se ha estudiado entre madre e
hijo; siendo este vínculo importante en la vida de las personas y que sujetos
de todas las edades se sienten mejor cuando tienen una figura vincular en quien
puedan confiar íntimamente (Moneta 2009).
Desde estos postulados,
Bowlby, estableció que el comportamiento de apego desempeña un rol fundamental
en las relaciones posteriores en todo el ciclo vital, incluyendo en este caso,
una relación de pareja.
Con esto, el amor romántico se puede
conceptualizar como proceso de apego, influenciable directamente por las
experiencias tempranas con las relaciones de apego, en sentido de un sistema de
búsqueda, mantención de proximidad y cuidado, ya que el apego en niños pequeños
involucra una mantención de proximidad y una protesta frente a la separación.
Por lo tanto, según plantea Moneta (2009), sería un principio en la búsqueda de
relaciones de pareja buscar la proximidad y resistir la separación, además de
mantener una base segura usando la figura vincular como "base", es
decir, la búsqueda de una relación estable desde la cual explorar el entorno.
Al igual que los esquemas de funcionamiento que desarrollan los niños en
relación a los cuidadores, los adultos, obtienen seguridad de la pareja,
sienten una necesidad de estar con el otro (ya sea una pareja casada o no),
necesidad de querer estar con ese nuevo cuidador, y protestar cuando aparece la
amenaza de separación o falta de disponibilidad del otro para con uno, en las
necesidades de protección, cuidado y cariño.
Cómo
crear vínculos con la pareja.
Para establecer una relación íntima, cada
uno de los miembros de la pareja debe abrirse al otro mediante sus actos,
palabras y sentimientos. Es necesario que ambos sean capaces de permanecer
unidos el tiempo suficiente para que se forme un vínculo.
Los vínculos se crean y se refuerzan a
través de las conversaciones y el contacto social, las relaciones sexuales y
las experiencias que compartimos.
Todos sabemos que las relaciones íntimas
se consolidan compartiendo emociones, problemas y confidencias. Y no hay que
olvidar los vínculos que se forman cuando no hacemos nada importante pero lo
hacemos juntos, como estar sentados leyendo el diario o viendo la televisión
sin necesidad de hablar.
Cuando amamos a alguien y queremos
sentirnos más unidos, procuramos hacer cosas juntos. Intentamos conocer y
comprender mejor a la otra persona compartiendo con ella lo que nos interesa, y
la invitamos a nuestro mundo para que conozca a nuestros amigos y familiares.
De este modo afianzamos nuestra relación.
A medida que la relación progresa, todos
estos vínculos se desarrollan al mismo tiempo y se superponen unos a otros.
Estos son los vínculos que pueden soportar cualquier contratiempo.
Cuando estableces una relación auténtica,
vas uniendo pedacitos de ti a los de la otra persona día tras día. Vas atando
cabos y creando nudos cada vez más fuertes. Por eso el entramado de cada
relación es único e incomparable
• Aceptar los defectos de los demás es el primer paso para
crear relaciones duraderas y felices. Sobre esta base, los desaciertos o
errores se asumirán de forma menos traumática y dejarán de ser un factor
decisivo a la hora de deteriorar o incluso romper los vínculos afectivos. De
este modo, también se apreciarán mucho más los aspectos positivos del otro y se
valorará a las personas en su justa medida sin tener que ofenderse por ello ni
incurrir constantemente en descalificaciones.
• Las muestras de cariño no deben perderse de vista, a pesar
del paso del tiempo que contribuye a enfriar este tipo de gestos. El psicólogo
Goldsmith es tajante en este sentido: “Las parejas que se tocan y se agarran
suelen tener menos discusiones y disfrutan más de la vida”. El tacto es pues,
una de las formas de comunicación más poderosas.
• La pareja y los amigos son el mejor trampolín para alcanzar
la felicidad, por lo que cuidar su bienestar beneficiará a uno mismo, aun en
los momentos difíciles. Si tu pareja tiene un problema debes ser el primero en
estar allí.
• Es importante verbalizar las emociones y los sentimientos.
No siempre expresamos con palabras lo que pensamos, principalmente cuando se
trata de cuestiones positivas, pero para mantener una buena relación es
fundamental acostumbrarse a decir las cosas. Tanto hombres como mujeres
necesitan a menudo comprobar que son valorados por sus allegados.
• Mirar a tu pareja a los ojos, tomar su mano y simplemente
darle las gracias por estar en tu vida es una de las herramientas más poderosas
para reforzar los lazos de cariño. Nunca debemos cansarnos de dar las gracias y
reconocer con un beso o un abrazo los buenos gestos de los demás.
• Ser honestos y mantener el compromiso de esforzarse por el
bien común ayuda a superar las malas rachas o problemas por los que pueda atravesar
una relación. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad.
• Recordar los buenos momentos de vez en cuando ayudará a
sacar las fuerzas necesarias para reencaminar una relación si se está pasando
por un mal momento. Revivir los episodios más felices da una motivación extra
para afrontar los baches y mirar al futuro.
• Estar disponibles cuando la pareja o amigos lo necesiten y
apoyarse mutuamente son dos de los tres pilares de las relaciones amorosas o de
amistad. El tercero es la lealtad, por lo que es mejor solventar siempre las
dudas de compromiso mutuo.
• Todo el mundo necesita en algún momento un hombro sobre el
que apoyarse. Hay quien piensa que esta necesidad es una señal de debilidad,
pero esconderlo sólo complicará las cosas con la gente que te rodea. Además
generará inseguridad por parte del propio afectado y desconfianza por parte de
las personas que lo rodeen.
• Es necesario aclarar cualquier cambio en los sentimientos
que se profesen hacia los demás. Si surgen las dudas, lo mejor es admitirlo y
discutirlo con la otra persona. La conversación es la mejor herramienta para
saber realmente lo que se quiere y lo que realmente se espera de uno.
Bibliografía
Bartholomew, K y L.M. Horowitz
(1991). "Attachment Styles
Among Young Adults". Personality and Social Psychol.
61:226-244.
-Barudy, Jorge y Dantagnan,
Maryorie (2006). "Los Buenos Tratos en la Infancia". Editorial
Gedisa. Barcelona: España.
-Cyrulnik, Boris (2005).
"Bajo el Signo del Vínculo, una Historia Natural de Apego". Editorial
Gedisa. Barcelona: España.
-Lecannelier, Felipe (2009).
"Apego e Intersubjetividad: Influencia de los vínculos tempranos en el desarrollo
humano y la salud mental". Editorial Universitaria. Santiago: Chile.
-Moneta, María Eugenia (2009).
"El Apego, Aspectos Clínicos y PSicobiológicos de la diada
Madre-Hijo". Tercera Edición. Editorial Cuatro Vientos. Santiago: Chile.
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