PAREJAS
FUNCIONALES Y DISFUNCIONALES
Si realizamos una reflexión en relación a la vida en general, ubicándonos en diferentes aspectos, nos daremos cuenta que
no estamos preparados en nada en especial, ejemplo, nadie fue a una escuela para aprender
a ser padre, mucho menos para ser pareja, generalmente nos iniciamos a través
del error y el ensayo, o en la experiencias que hemos tenido, adquirido con
personas cercanas a nosotros…. y así vamos dejando nuestra huellas, en el
camino de la vida, muchos partiendo de evaluaciones que hacemos de acuerdo al
daño o beneficio que hemos causado, decidimos mejorar, sin embargo muchos no
hacen nada y cada día se acrecienta nuestros problemas y lo peor involucramos a
nuestros seres queridos. Gracias a Dios, han surgido desde mucho tiempo
escuelas, que han realizados aportes a través de investigaciones concernientes
con los temas relacionados a la familia,
matrimonio, parejas, y muchos más, está en nosotros buscar la ayuda que
necesitamos y empaparnos en los mismos y en todos aquellos que sean necesarios
para mejorar muestra calidad de vida en nosotros y en las personas que nos
rodean.
Bien, con respecto al planteamiento
anterior, sabemos que no estamos entrenados, ni educados para el matrimonio, mucho
menos para ser parejas, sin embargo, nos atrevemos a formar pareja con alguien
que está igual o peor que uno, aun así, vamos con optimismo de poner todo de
nuestra parte, cosa que muchas veces resulta sumamente difícil, debido a muchas
diferencias de carácter, sexo, cultura, aprendizajes, historias de vida,
creencias, deferentes contextos familiares, lo cual dificulta la armonía y pone
en peligro la consolidación con nuestra pareja.
Pareja es el conjunto conformado por dos
personas, animales, o cosas que mantienen una relación o semejanza, el término
también es aplicado a cada uno de los miembros que conforman la pareja.
El término suele ser asociado a la
relación sentimental entre dos personas (un noviazgo, o matrimonio).
La pareja es mucho más que dos, en su vida
y desarrollo inciden las transformaciones sociales, las variables demográficas,
la crisis económica, el problema laboral los valores y creencias personales,
los fenómenos culturales etc.
Es importante señalar que la pareja hace
referencia al vínculo amoroso y no al estatus jurídico de la relación: hay
parejas circunstanciales, otras que mantienen un noviazgo, algunas llegan al
matrimonio.
La relación de pareja constituye el
espacio socioafectivo básico del desarrollo del adulto y por tanto en centro de
su expresividad y desarrollo emocional. Es evidente su significación en la
salud mental de los individuos. Esta relación puede ser una posible fuente de
estrés o por el contrario, de apoyo psicosocial.
Manuel Barroso plantea: “Una pareja son
dos diferentes, un hombre y una mujer, provenientes de dos culturas familiares
diferentes, conformando dos maneras de ser y existir, de ver la vida, quienes
al juntarse deciden compartir tiempos y espacios, vidas y necesidades…Sin
embargo , cuando la pareja entra en la intimidad de la relación, están entrando
en el país de las maravillas, con buenas dosis de ingenuidad, hasta que los
acontecimientos los despiertan del trance hipnótico y caen en cuanta con dolor
que ser pareja en más que sueños, necesidades y expectativas…” Y agrega
Barroso: “Y ambos hombre y mujer, cuando forman una pareja, apenas sin son
conscientes que entran en una relación compleja, sin mayor preparación, con
escasa conciencia y que se enfrentan a un mundo complejo de emociones, manejo
de diferencias, de incertidumbres con los prejuicios típicos de alguien que
siente que pierde territorio e intimidad.”
Una relación de pareja funcional, es
aquella que apoya, por lo que puede considerarse una fuente de apoyo
psicosocial, pero al permitir una buena comunicación tiene una función
catártica e incrementa la seguridad y la autoestima, (todos estos elementos
juntos) constituye una disminución significativa de la influencia
socioambiental.
En la relación de pareja ambos
deben colaborar con las diferentes responsabilidades como, ganar dinero,
atender la casa, relaciones sociales y relaciones sexuales, ser padres. Según
la manera de atender o asumir estas responsabilidad se podrá determinar si es o
no una relación sana o disfuncional.
De acuerdo a investigación
realizada por Isabel Stange Espínola (2007), manifiesta: en la actualidad
existen múltiples estudios de pareja, desde diferentes perspectivas
(biológicas, psicológicas, social o antropológica) y con diversos aspectos, sin
embargo es posible distinguir algunas características entre una relación de
noviazgo funcional y una disfuncional.
La relación funcional es dinámica, en
constante cambio, permite el crecimiento y desarrollo y se opone a relaciones
estáticas o rígidas, una pareja funcional puede tener puntos de vista diversos,
así como espacios para expresar opiniones, hablar, analizar y discutir
distintos temas en un ambiente de respeto y tolerancia, con respeto por la
individualidad del otro, con espacio para la intimidad y la expresión libre de
sentimientos de enojo, vergüenza, amor, ternura o celos.
“Es un proceso que sigue un curso de
desarrollo con reglas y normas establecidas implícita y explícitamente y estas
reglas de funcionamiento tienen relación directa con el desarrollo de la
pareja, la libre expresión de las emociones y la existencia de espacios para
expresar el amor, agrado o desagrado ante determinadas situaciones”.
PAREJAS
DISFUNCIONALES:
Son relaciones que no funcionan,
generalmente se convierten en relaciones codependientes, donde uno de sus
miembros se siente controlado o manipulado
por el otro; donde se tienen comportamientos obsesivo compulsivo y mucha
dificultad para poner límite en la relación.
Son muchas las parejas que permanecen en
este tipo de relación, por diferentes causas, muchas veces de involucran
inconscientemente en relaciones que les humillan, le destruyen, rechazan,
desvalorizan y destruyen y hasta se hace presente la violencia sexual, verbal y
física, en otras oportunidades, las personas aceptan este tipo de relación
porque ha sido el modelo aprendido desde la infancia, en la cual los patrones
de convivencia se fundamentaron en el abuso.
Igualmente, estas personas han tenido
grandes carencias afectivas, con respecto a las personas más significativas
como la madre, el padre, entre otras, y solo han recibido tratos violentos.
En el caso de la mujer de estas
relaciones disfuncionales, se les ha enseñado a ser responsables en su relación de
pareja, “es aguantar lo que sea”, todo tipo de abuso físicos, psicológicos, en
lugar de reconocer que se trata de una relación dañina; generando una relación
dependiente, similar a cualquier adicción, lo que hace difícil el manejo de la
salud física, emocional y psicológica de la pareja.
Es necesario señalar que en toda relación
de pareja surgen problemas, entre estos se pueden destacar los problemas prácticos
(mantenimiento, cubrir las necesidades básicas, planes, expresiones expresivas,
entre otros) y los problemas emocionales, son las consecuencia de las
soluciones de los problemas prácticos. Sin embargo si la pareja tiene un
funcionamiento sano, pueden tener desacuerdos,, contrariedades, frustraciones,
pero lo resolverán de manera asertiva. Pero si la pareja se deja llevar por sus
respuestas emocionales y se comporta de forma violenta y sus discrepancias se
reducen de manera considerable para convertirse en miedos profundos.
La actitud de las personas en una
relación disfuncional los puede conllevar al desamor que con frecuencia se
manifiesta por medio de reacciones emocionales fuertes frente a cualquier
indicio de desaire o maltrato.
Competencias básicas, necesarias y útiles
para la integración y crecimiento de la relación de pareja
Barroso expresa: “La falta de
preparación, aunada a las diferencias individuales, se traduce en conflictos,
relaciones disfuncionales, y muchas terminan en la disolución del vínculo. Por
lo que se hace necesario que las parejas desarrollen las competencias
necesarias para una sana convivencia y un desenvolvimiento funcional.
Propone cuatro competencias básicas,
necesarias y útiles para la integración y crecimiento de la relación de pareja.
Estas competencias a ser desarrolladas son: a) La comunicación, b) el manejo de
conflicto y la negociación, c) la capacidad para el cambio y el crecimiento y
d) la para contextualizarse como pareja.
- La comunicación:
Es tal vez el factor más
importante para la consolidación y crecimiento como pareja. Sobre esta
competencia, que actúa como plataforma, es que se hace posible que se
construyan las otras competencias. La comunicación es fundamental para el
desarrollo de la vida de pareja. Podríamos decir que “así como es necesaria la
respiración para la vida, así es necesaria la comunicación para la relación de
pareja”.
Ahora comunicar no es
informar. Comunicamos no para informar a nuestra pareja, sino para
relacionarnos con ella. Eso requiere desarrollar la capacidad de contactar con
nuestra pareja, lo cual supone desarrollar empatía, actitud de escucha, así
como congruencia entre el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal (tono,
corporalidad, gestos, silencio, etc.) con el que nos interrelacionamos con él o
ella.
La
comunicación como proceso
Por otra parte, la comunicación en la
pareja necesita ser vista como un proceso. No surge espontáneamente ni producto
de un acuerdo puntual. Requiere ser forjada a través de un largo proceso de
conocerse, de valorar las diferencias y de la aceptación del uno al otro.
La comunicación íntima, edificante y
efectiva no es automática ni fortuita. Hay que trabajarla, establecerla /
edificarla, y luego preservarla, nutrirla, y también repararla cuando se daña.
Y esto es un proceso, que conlleva una inversión importante de disposición,
paciencia, perseverancia, esfuerzo, enfoque y tiempo.
Este proceso, según el concepto bíblico,
requiere además de dos ingredientes esenciales: amor y respeto. En el sentido,
de que el amor es el lenguaje que entienden las mujeres, y el respeto es el
leguaje que entienden los hombres. Ahora, amor y respeto no son caminos fáciles
ni automáticos. Forjarlos requiere esfuerzo, enfoque y tiempo. La clave para la
vida de pareja es el entendimiento mutuo del idioma del otro. Si estos dos
idiomas no se manejan en la relación de pareja, entonces no habrá buena
comunicación. Hablar el idioma del amor y el respeto, implica utilizar otro
vocabulario, diferente a la crítica, la indiferencia, la rudeza, la
manipulación, entre otros.
Intimidad: La comunicación en la pareja
Otro elemento necesario a cultivar para
construir una comunicación efectiva en la pareja, es el tema de la intimidad,
vale decir, compartir sus sentimientos, sus intimidades, establecer una
relación emocionalmente cercana, dialogar con el otro, para expresar con
libertad lo que siente, lo que necesita, y desea, siendo escuchado y acogido
por el otro, relacionarse con transparencia y autenticidad. Pero a muchas
parejas la intimidad les intimida.
La intimidad es un componente esencial en
los vínculos de pareja. Sin embargo este es tal vez uno de los elementos más
descuidados en la comunicación en la pareja. Dicen estudios realizados sobre la
comunicación en la pareja, que el tema de la intimidad es el cuarto tema en
prioridad que abordan las parejas en su comunicación, estando en prioridad el
tema de los hijos, la economía doméstica y los asuntos del entorno.
-Manejo
de conflicto y negociación
Peterson (1983) definió el concepto de
conflicto como un proceso interpersonal que se produce siempre que las acciones
de una persona interfieren con las de la otra. Es así que las parejas se
encuentran a menudo en situaciones de conflicto cuyas razones son múltiples: El
dinero, la actividades de la casa, las relaciones con los parientes, las
diferencias de valores, las expectativas sobre la relación, las filosofías de
vida, las diferencias religiosas, el uso del tiempo libre, la falta de
atención, la sexualidad, la planificación del nacimiento de los hijos y la
crianza, las relaciones con las amistades y la carencia de conocimientos o
destrezas de comunicación, de formas de solución de conflictos y de
negociación.
El
conflicto funcional
El conflicto es inevitable dada las
diferencias en cada uno de los miembros de la pareja, por lo que evitar el
conflicto es inútil; el conflicto es intrínseco a las relaciones. Ahora el
conflicto puede ser disfuncional si erosiona / destruye la relación o puede ser
funcional si sirve para el cambio y el crecimiento. El conflicto es productivo
cuando favorece la resolución de un problema, ayuda a liberar emociones
(estrés, ansiedad), fomenta la cooperación de la pareja al conocerse mejor,
posibilita una comunicación más auténtica, ayuda a la pareja a desarrollar
nuevos entendimientos y destrezas. Las parejas, pues, necesitan desarrollar la
capacidad para manejar los conflictos y llegar a acuerdo, con una actitud de
compromiso.
- El
cambio y el crecimiento como pareja
“No hay excusas ni un devolverse cuando el
crecimiento se hace necesidad”.
Manuel Barroso
Las parejas conforman un sistema abierto
y dinámico en constante cambio. Por ser un sistema abierto está sujeto a las
influencias del entorno, y como tal necesita desarrollar la capacidad de
adaptarse y contextualizarse, para lo cual necesita tener apertura al cambio.
Cambiar es una necesidad inherente a todo
sistema. El cambio está asociado a la necesidad de crecimiento. Las parejas
nunca son un producto acabado, siempre están en proceso de crecimiento. Cuando
los sistemas (organizaciones, familias, parejas, etc.) se estancan, envejecen e
impasan, la necesidad del cambio se hace evidente. Como lo expresa Manuel
Barroso: “Cambio significa una oportunidad para el crecimiento”. No cambiar es
no crecer. Resistirse al cambio es resistirse al crecimiento.
Las parejas necesitan cambiar para dar
paso al crecimiento. Cuando no hay crecimiento lo que hay es estancamiento, y
el estancamiento engendra corrupción. Todo lo que deja de crecer, decrece, se corrompe,
decae. Crecer como pareja es evidencia de sanidad en la relación de pareja. Y
sólo en sanidad se puede crecer, el crecimiento se da no desde lo patológico,
sino desde la necesidad. Ahora, no hay crecimiento sin cambio. El cambio es el
sendero por donde se abre paso el crecimiento.
Por otra parte, el cambio visto como la
necesidad de crecimiento, va más allá de una acción puntual y episódica, o de
adoptar una receta rápida y fácil. Es más profundo que la simple solución
cosmética a un problema puntual. Por el contrario, implica un proceso de
acoplamiento, conocimiento, revisión, contextualización de la relación. Se
requiere además el asumir la responsabilidad de que el cambio ocurra en el
contexto de la pareja, a lo largo de todo su ciclo de vida. Hasta aquí”
FUENTES
DE INFORMACIÓN
Galdeano
Armendía Jesús M. (1995). La vida en pareja. Evolución y problemática actual.
IV Jornadas Nacionales de familia. Editorial San Esteban. Salamanca
Barroso Manuel (2014). Ser familia. Kindlie Edition
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